Las heridas emocionales de la infancia pueden ser realmente trágicas en la vida, pues, no solo se sufren cuando se trata de un niño, sino también cuando este se convierte en un adulto.
Es decir, las heridas emocionales de la infancia pueden influir en la vida de una persona en su etapa de adulto y muchas veces no es fácil mitigar el dolor, ya que estas continúan abiertas de alguna manera e inciden incluso en la toma de decisiones.
Un clásico ejemplo son las heridas de la infancia que deja un padre ausente y luego, cuando la persona ha crecido, no logra encontrar una pareja para formar una relación saludable porque creció si un referente masculino.
Así que, se requiere de un proceso para no arrastrar estas heridas y poder tener una vida adulta plena, teniendo conciencia de lo que se quiere y lo que se merece, dado que las heridas emocionales de la infancia pueden influir terriblemente en el área de su autoestima.
Las heridas emocionales en la infancia y la edad adulta
Algunos estudios señalan que hay eventos -como el divorcio de los padres, por ejemplo- que son desorganizadores y muchas veces impactan de forma negativa en la vida de los niños. Ante estos hechos, se genera temor y angustia.
Asimismo, el maltrato infantil, en cualquiera de sus formas, deja huellas que parecen indelebles, y que para poder curar requieren de atención psicológica
Algunas de las secuelas que deja el maltrato infantil son las siguientes, según las investigaciones:
- Aislamiento social
- Ansiedad
- Cambios en la conducta
- Conductas destructivas
- Autoconcepto pobre
- Abuso o dependencia de alcohol
- Agresividad
- Desordenes de la conducta
- Dificultad de concentración
- Depresión
- Problemas de aprendizaje
- Hostilidad
- Impulsividad
- Abuso de drogas
- Hiperactividad
- Cambios de humor
- Miedo a la relación con las personas
- Alteraciones en el sueño
- Suicidios, o ideas de suicidio
- Conductas sexuales inadecuadas, entre otras
Tal como se puede observar, las heridas emocionales de la infancia pueden desencadenar problemas serios a tratar en la vida adulta, muchos de los cuales requieren intervención psicológica o psiquiátrica, según sea el caso.
Heridas emocionales de la infancia más comunes
Algunas heridas emocionales de la infancia que generan traumas son las siguientes:
- El abandono: la cual surge cuando alguno de los padres no asume su papel como protector de la integridad física y emocional del infante. Generalmente, a estos pequeños que son abandonados por sus progenitores los cuida una tercera persona. Cuando estos niños son adultos, se convierten en personas llenas de inseguridades, miedos, o desarrollan dependencias emocionales por temor a que nuevamente los abandonen.
- Violencia en el núcleo familiar: la violencia es un hecho terrible para los niños porque con ella se les enseña que los problemas se resuelven de esta forma. También ocurre que la herida emocional de la violencia en la infancia, enseña a los adultos a tener un control pobre de la ira. Es por ello que hay tantas parejas que se manejan en términos violentos.
- Los rechazos: cuando los padres rechazan a sus hijos, porque los tuvieron de forma no planificada o por cualquier otro motivo, los niños generan una herida que les hará sentir en la etapa adulta que, sin importar lo que hagan, jamás “serán suficientes” ni “merecedores del amor” de nadie. La tendencia, cuando son adultos, será entrar a relaciones en las que reciben poca atención, o no les dan suficiente amor.
- La humillación: la cual no ocurre solo en los colegios, sino también dentro del núcleo familiar con padres que humillan a sus hijos. Cuando los niños reciben humillaciones, descalificativos y burlas, crecen con problemas de autoestima y algunos pueden llegar a experimentar depresión. Esta herida emocional de la infancia es tan grave que, incluso en la etapa adulta se recuerda estos hechos dolorosos.
- Las promesas no cumplidas: son otra de las heridas emocionales de la infancia que marcan un camino de dolor en la edad adulta y muchos padres no son conscientes de ello. Con esto, los adultos sienten que las personas alrededor no son de confiar. También podrían tener problemas de seguridad en la etapa de la adultez.
- Sometimiento a los ambientes que no se conocen: tales como las piscinas, sitios al cual los padres desean ir, espacios oscuros, entre otros. Ante estos escenarios, los padres pueden decir a los niños: “debes ser valiente”, “no seas cobarde”, y otras frases que son hirientes.
Todos estos escenarios duelen y forman parte de las heridas emocionales de la infancia.
Cómo superar estas heridas
Para superar estas heridas emocionales se requiere de ciertos pasos, tales como:
- Reconocer las heridas: tratar de hundirlas o pretender que no existen no alivia el dolor, solo lo posterga.
- Perdónate: para que puedas sanar, es necesario perdonarte. Porque algunas veces, somos nosotros mismos quienes añadimos más dolor a la herida. Debemos evitar ser duro con nosotros mismos.
- Deja de castigarte: puedes sentir enojo con quien te lastimó, pero no puedes castigarte hasta el punto de causarte más daño.
- El tiempo y el apoyo alivian el dolor: ya ha pasado mucho tiempo, quizás. Entonces no es justo que sigas llevando una cruz de dolor que no te ayudará en nada. Depende de ti arrojar esa cruz a un lado y no sufrir más por ello. La liberación comienza con tu trabajo interior.
- No reflejes tu rabia en el mundo: no todas las personas son como aquellas que te han herido. La realidad, el mundo, las personas, son diferentes para cada quien, y aún hay mucho amor por recibir.
- Aléjate si es necesario: no importa si las personas que te hieren formar parte de tu núcleo familiar. Si ellos no han cambiado, entonces toma distancia. Ahora eres un adulto y debes cambiar tu programación mental. Abre tu mente y tu corazón solo para recibir amor. Ningún ser humano tiene el derecho de herir a otro.
Recuerda, si tras seguir todas estas pautas aún no encuentras alivio emocional, entonces ve con un psicólogo para que gestiones todas las heridas emocionales de la infancia y comiences a vivir una vida plena, llena de armonía y amor.
Bibliografía:
- Ariès, P. (1986). La infancia. Revista de Educación.
- Cuervo Martinez, Á. (2010). Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia. Diversitas.
- HUGO SIMKIN*, S. A. & C. V. (2014). AUTOESTIMA Y PROBLEMÁTICAS PSICOSOCIALES EN LA INFANCIA, ADOLESCENCIA Y JUVENTUD. Revista de Investigación En Psicología Social.
- Villar, A. A., & Erikson, E. H. (1973). Infancia y sociedad. Revista Española de La Opinión Pública.