El club trece (The Thirteen Club) fue fundado en 1880 en EEUU (New york) por miembros honorarios de la época, entre los 400 que formaban esta selecta y curiosa sociedad se encontraban cinco de los que fueron presidentes de EEUU: Chester Arthur , Grover Cleveland , Benjamin Harrison , William McKinley y Theodore Roosevelt . Las reuniones se celebraban el día 13 de cada mes con una cena servida en mesas de 13 comensales.
El motivo de fundar esta sociedad y practicar estas costumbres en torno al número trece, era el de mostrar la ridiculez y peligrosidad que supone vivir con supersticiones, y como los hombres importantes y triunfadores no debían de caer en esos absurdos miedos irracionales que suponen las supersticiones. De esta manera estos hombres adorando de alguna manera al número 13 combatían la ignorancia de los miedos desmedidos, creados por la sociedad y la cultura. Desmontando mitos, supersticiones y falsas creencias hacían discursos como estos:
«La superstición interfiere en la felicidad de la humanidad. La superstición es una terrible serpiente, que empuja sus colmillos envenenados en los corazones de los hombres. Mientras yo viva, voy a hacer todo lo que pueda para la destrucción de este monstruo. Pase lo que pase en otro mundo – y voy a correr el riesgo si existe, – me opongo a la superstición en el presente. Y si, cuando llegue a ese otro mundo, que presente las necesidades de reforma, yo haré todo en cuanto pueda para la destrucción de lo falso.»
Divulgaban la necesidad de gobernadores y ciudadanos que se rigieran por su inteligencia, la razón y las conclusiones de la ciencia, no crédulos que creyeran las historias de las supersticiones, teniendo en cuenta las barbaridades que se podían llegar a acometer basándose en esas creencias, justificándose y excusándose con ellas.
Esas creencias son las raíces de nuestra sociedad más primitiva, la cual necesitaba dar explicación a todos los sucesos que ocurrían a su alrededor, por el miedo a lo desconocido. Falacias que gobiernan las vidas de los supersticiosos. La intención de este club era la de abrir los ojos a la población, sacarlos de la necedad, o como Platón diría, tener el valor de salir de la caverna para encontrarse con algo más real. Buscar la verdad y combatir la mediocridad era la intención de estos honorables hombres.
El 13 de diciembre de 1886 Robert Green Ingersoll terminó su brindis con «las supersticiones de los hombres públicos»: Hemos tenido suficiente mediocridad en la política, suficientes supersticiones y prejuicios, por lo que ha llegado el momento para el ciudadano estadounidense en decir «A partir de ahora voy a estar representado por hombres que son dignos, no sólo de la gran República, sino también del Siglo XIX».
Hoy día la ciencia y los avances tecnológicos nos han provisto de puntos de vista más reales para dar explicación a ciertos asuntos que antes eran inexplicables, no obstante la credulidad y la fe en todo lo que suponen ciertas supersticiones permanece siendo una realidad sociocultural, llegando a formar parte de nuestra forma de actuar y pensar, el conocimiento científico no puede ir más allá de la experiencia, por lo que surge la necesidad de creer en lo metafísico. Como Kant diría, renunciar al conocimiento de estas cuestiones para dejar paso a la fe, de esta manera se entiende la figura de Dios y lo que representa para los hombres.
Nota: Para quien no lo sepa la superstición del número trece proviene de la última cena en donde se encontraban Jesús y sus doce apóstoles, el comensal número 13 que llegó a la mesa fue Judas, quien posteriormente lo traicionaría.
Nota 2ª: La fobia a este número es la triscaidecafobia