El Kingsey Hall, ubicado en el East End de Londres, fue el centro donde se inicio la experimentación de la antipsiquiatría. Todo comenzó en 1965, cuando Ronald D. Laing y sus colegas pidieron permiso para utilizar este centro como un hogar terapéutico para las personas diagnosticadas con esquizofrenia.
Este edifificio fue construido en 1927 como centro comunitario para reuniones y como centro de asistencia social. En él se alojó Gandhi en 1931, y se creó la fundación Gandhi dentro del Kingsey Hall. El edificio tiene tres plantas de altura y capacidad de alojamiento confortable para unas trece personas en habitación individual.
La Philadelphia Association (P.A.), alquiló el Kingsey Hall para dar comienzo a un experimento social de gran envergadura. Con el propósito de dirigirse a un sector de la población que estaba muy desprotegido en salud mental, como eran las personas diagnosticadas de esquizofrenia. Fue así como se inauguró este centro en el que además se impartian conferencias y seminarios acerca de la antipsiquiatría y la esquizofrenia, contando con la colaboración de muchos expertos en diversos campos científicos.
«Los miembros fundadores de Kingsey Hall esperaban realizar en la «comunidad» su idea original de que las almas perdidas podían curarse volviéndose locas entre personas que ven la locura como una oportunidad de morir y renacer. «(R. D. Laing)
La antipsiquiatría como experimento social
Para entender mejor de qué trata la antipsiquiatría es preciso conocer el contexto histórico donde se desenvuelve y se desarrolla. Laing fue un psiquiatra precursor de este movimiento. En su libro Politics of Experience Laing (1967) pone de manifiesto lo siguiente:
«Ninguna época en la historia de la humanidad ha perdido quizás a tal punto el contacto con ese proceso natural de curación en el que están implicadas algunas de las personas que calificamos como esquizofrénicas. Ninguna época lo ha devaluado tanto, ninguna época ha impuesto en contra tantas prohibiciones y disuasivos como la nuestra. En vez de clínica mental, una especie de fábrica para la «reparación» de crisis personales, necesitamos un lugar donde las personas que han hecho un largo viaje y en consecuencia puede que estén más perdidas que los psiquiatras y otra gente sana, puedan encontrar su camino entrando más aún en el espacio y tiempo interiores, y regresar de nuevo. En vez de la ceremonia de degradación del examen psiquiátrico, diagnosis y prognosis, necesitamos para aquellas personas que estén preparadas (con frecuencia aquellas que en la terminología psiquiátrica están al borde de una crisis esquizofrénica) una ceremonia de iniciación, a través de la cual se guíe a la persona con pleno estímulo y sanción sociales, hacia el espacio y tiempo interiores. Psiquiátricamente esto significaría que los expacientes ayudarían a los futuros pacientes a volverse locos»
En el Kingsey Hall tuvieron lugar muchos retornos del tipo que defiende Laing en la esquizofrenia. Uno de estos retornos que ha tenido más repercusión fue el de Mary Barnes, una enfermera de 45 años paciente de Laing, que tras pasar por varios hospitales con el diagnóstico de esquizofrenia, finalmente la atendió Laing y la introdujo en el Kingsey Hall donde pudo llegar a experimentar su verdadera curación tras tres años de ingreso. Ella vivió su proceso como: «he venido aquí para tener una crisis, regresar hasta el tiempo anterior a mi nacimiento y resurgir.»
Mary Barnes, tras pasar por su ingreso en el Kingsey Hall y tras conciliarse con sus síntomas de esquizofrenia escribió un libro con su psiquiatra J. Berke: «Viaje a través de la locura».
Kingsey Hall, un centro de salud mental con humanidad
Los profesionales de antipsiquiatría que iniciaron este proyecto, entre los que se encuentran R. D. Laing y D. C. Cooper crearon un centro que rompiera con lo que se estaba haciendo en la actualidad desde el ámbito de la salud mental, que no estaba consiguiendo resultados favorables, ya que los ingresados se mantenían de por vida en los centros psiquiátricos, sin ninguna esperanza de mejoría. Las personas diagnosticadas con enfermedad mental quedaban aisladas y desatendidas en los centros clásicos de salud mental.
En el Kingsey Hall se abolieron los comportamientos determinados por roles de los profesionales. Se crearon normas para que fueran las personas ingresadas quien tomaran sus propias decisiones, como que escogieran su permiso de salida, su asistencia a las reuniones, e incluso su hora de levantarse. Se mantenía una actitud de aceptación de las personas tal y como son.
Al dejar que los ingresados fueran protagonistas de sus decisiones, se les devolvía el significado de la responsabilidad, sin que existieran autoridades o formalismos que tuvieran que decirle que han de hacer. Se facilita un ambiente y situación libre y de apertura. No se obligaba a nadie a hacer nada que no quisiera, ni se le delimitaba, ni se imponía ningún modelo acerca de lo que está bien y lo que está mal.
Se cuestionan todas las ideas que se han tomado siempre como ciertas sin haberlas asimilado, como una forma de retirarse de la realidad social, para que paradójicamente resulte inevitable enfrentarse con la realidad en general. En el Kingsey Hall se daba la oportunidad de que uno pueda enfrentarse consigo mismo, sin que nada ni nadie se lo prohibiera. Confiando en el proceso de cada persona se podía observar la autorregulación y el salir de estados que generalmente cronificamos luchando contra ellos.
«Desde el punto de vista de un hombre alienado de su origen, la creación nace de la desesperación y termina en el fracaso. Pero este hombre no ha recorrido la senda que conduce al fin del tiempo, al fin del espacio, al fin de la oscuridad, y al fin de la luz. No sabe que allí donde todo termina es donde todo comienza.» (R. D. Laing)
Bibliografía consultada del movimiento antipsiquiatría:
Laing, R. D., & Schatzman, M. (1978). Esquizofrenia y presión social. I. Vericat (Ed.). Tusquets.
Barnes, M., Burgos, A. G., Sarró, R., & Berke, J. (1982). Viaje a través de la locura. Ediciones Martínez Roca.
Laing, R. D. (1990). The politics of experience and the bird of paradise. Penguin UK.