La situación y el ser humano. Parte1

- Por

¿Qué influencia puede tener en nosotros la autoridad como seres racionales en una situación determinada? ¿Somos capaces de combatir las órdenes de alguien a quien creemos superior si no las consideramos morales? ¿O por el contrario seguimos ciegamente cualquier tarea que nos sea encomendada, aunque el bienestar e incluso la vida de otras personas esté en peligro?

El experimento de la prisión de Stanford

Diversos estudios han tratado de ahondar en el tema de la autoridad y su fascinante a la vez que escalofriante mundo. Un ejemplo de ello lo tenemos en el experimento realizado por el investigador Philip Zimbardo, un psicólogo de la Universidad de Stanford. Su experimentó revolucionó el mundo de la psicología a la vez que creó gran polémica. Como podemos comprobar en el vídeo, Zimbardo reunió a una serie de estudiantes universitarios sanos tanto física como mentalmente, para que realizaran el papel de preso o guardia en lo que posteriormente se conoció como “Experimento de la prisión de Stanford”.

Para hacerlo más real, un coche de policía arrestó a los supuestos presos en sus casas, y los llevó a la supuesta prisión. Se les encerró en celdas y se les asignó un número y a los supuestos guardias se les concedieron porras y uniformes, así como gafas de sol, para evitar el contacto visual. Por último, se les concedió libre albedrío para crear sus propias leyes dentro de la representación correcta de sus papeles.

El experimento que debía durar unas dos o tres semanas tuvo que ser suspendido a los seis días, tras una clara demostración de lo que se estaba convirtiendo en una auténtica crueldad masiva y sin precedentes. Muchachos universitarios, educados, amables y respetuosos se convirtieron en auténticos tiranos, déspotas y opresores con los presos, sólo por el privilegio de ser guardias de pega. Humillaron, vejaron y maltrataron a los presos de forma indiscriminada. Asimismo, algunos de los presos mostraron conductas increíblemente rebeldes y fuera de sí, que en otras situaciones no mostraron. Gran parte de los presos, además,  mostraron claros síntomas de estrés, ansiedad y una clara desmejora psicológica. Incluso el propio Zimbardo se inmiscuyó tanto en su papel como una especie de “guardián general de la prisión”, que olvidó que se trataba de un simple experimento hasta el punto de deshacerse de toda responsabilidad respecto a los presos y su bienestar, de tal manera, que cuando una de sus compañeras de la universidad vio lo que allí acontecía, salió escandalizada.

Una vez que el experimentó rebasó los límites de la moralidad, Zimbardo decidió que era hora de frenarlo. Descubrió hasta qué punto su experimento se había convertido en un sadismo extremadamente cruel y hasta qué punto él mismo se había vuelto una persona irreconocible, capaz de permanecer impasible ante la agresividad mostrada delante de sus propios ojos. Poco después de finalizar el experimento, las entrevistas reveladas hechas tanto a presos como a guardias, descubrieron la poca conciencia que tenían ambos de su conducta en dicha situación, y que a pesar de todo eran personas aparentemente normales.

El poder y la situación

El motivo de poder consiste en la necesidad de causar impacto o influencia en los demás, en una sola persona o grupo o sobre el mundo en general. Este motivo de poder se hace sinónimo al de necesidad y conservación de poder, necesidad y conservación de influencia, impulso y voluntad de poder, considerándolo muy cercano de conceptos como reputación, liderazgo, estatus, control, dominancia, coerción y agresión. El impacto permite iniciar y mantener el poder, el control ayuda a mantenerlo, y la influencia permite extenderlo o recuperarlo.

Esto nos lleva a pensar cuan crueles puede llegar a ser la raza humana si se le permite o qué atrocidades somos capaces de cometer cuando sentimos el poder en nuestras manos. Este experimento tan sólo nos muestra una parte de lo perturbador que puede llegar a ser colocar a “buenas personas” en una “mala situación”, aun cuando dicha situación sea fingida.

Fuente:

Capri, A., Guerrero, C. y Palmero, F. (2008). Emociones básicas. En F. Palmero y F. Martínez-Sánchez (Eds.), Motivación y Emoción (pp. 210-212). Madrid: McGraw-Hill.

Ingeniero informático, actualmente CEO y propietario de las empresas psiqueviva.com. Amo escribir y leer artículos interesantes e intento proporcionárselos a los usuarios de esta plataforma.