“Lo verdaderamente mágico de nuestro primer amor
es la absoluta ignorancia de que alguna vez ha de terminar”
Benjamin Disraeli
El primer amor no es el mejor porque luego surgen, a partir de la experiencia, otras vivencias que son mucho más estables y ofrecen mayor seguridad para la pareja.
Algunas personas piensan que no existe un amor tan maravilloso como el primero, sin embargo, muchas veces, en este primer amor lo que predomina es la fantasía y el individualismo.
En el primer amor predomina la intensidad, gracias a que las emociones están a flor de piel. No obstante, la verdadera riqueza del amor consiste en saber amar con madurez y responsabilidad.
Algunos estudios definen el enamoramiento como:
El estado de una persona dominada por un vivo sentimiento hacia otra, a quien considera su mayor bien, con la que desearía estar unida para siempre y por la que llegaría a sacrificar, su fuera necesario su propia vida.
Es evidente que, esta forma de amar no es completamente realista, pues, quien ama de verdad, lo hace porque se ama también a sí mismo. El amor no significa sacrificio ni renunciar a los sueños y metas personales.
El objetivo de embarcarse en el viaje del amor, a lo largo de la vida, es para crecer juntos, como pareja, sin necesidad de que un miembro del equipo se tenga que sacrificar.
La idea de que el primer amor es el más importante de la vida o el mejor, es solo una creencia infundada en cuentos de hadas y princesas; una visión completamente alejada de la realidad y del compromiso que debe existir realmente en una pareja.
Aunque el primer amor pueda ser inolvidable, esto no quiere decir que sea el mejor, o el punto de referencia para el resto de las veces que alguien se pueda enamorar.
¿Por qué el primer amor no es el mejor?
Para dar lo mejor de sí mismo y amar correctamente a otra persona, es indispensable el autoconocimiento y el compromiso.
Algunos autores consideran que la madurez personal es fundamental para poder asumir un compromiso porque “la persona madura es objetiva a la hora de juzgarse y también valorar a los demás”.
En el caso contrario del amor maduro, es decir, en el amor infantil, lo que predomina, según autores como Freud, es el narcisismo, o la autocomplacencia, más que la capacidad de ver al otro y reconocer sus necesidades.
En el amor infantil suele predominar:
- La exigencia de atención.
- La manipulación para conseguir lo que se quiere.
- Se desea que la otra persona haga realidad las expectativas propias.
- La otra persona es vista como «una propiedad» y no como un ser humano en sí.
- Se busca el halago y los elogios, entre otras.
Dado que las personas pueden madurar conforme pasa el tiempo, el primer amor -lleno de romanticismo- suele terminar abruptamente; seguido a ello, comienza la fase para superar la ruptura y entonces los demás amores ya no son iguales.
¿Cómo es el amor maduro?
Los cristales de ensueño e ilusión del primer amor se rompen. Conjuntamente, la persona atraviesa un proceso de madurez, sus valores y percepción de la realidad cambian, y entonces se comienza a amar de una forma diferente, y mejor.
Una aproximación del amor maduro, sin exigencias de ser amado, la expuso la psicoterapeuta norteamericana Virginia Satir cuando escribió:
Quiero amarte sin absorberte
Apreciarte sin juzgarte,
Unirme a ti sin esclavizarte,
Invitarte sin exigirte,
Dejarte sin sentirme culpable,
Criticarte sin herirte,
Y ayudarte sin menospreciarte.
Si puedes hacer lo mismo por mí
Entonces nos habremos conocido verdaderamente,
Y podremos beneficiarnos mutuamente.
Así, el amor maduro, capaz de perdurar y hacer un verdadero reconocimiento del otro, reúne características como las siguientes:
Cualidades del amor maduro
- Predomina la comprensión, el respeto, el cariño y lealtad.
- Hay comunicación afectiva, y efectiva, entre la pareja.
- Existe confianza y libertad para amarse sin secretos.
- El amor maduro es capaz de enfrentar las dificultades y salir airoso.
- La pareja lucha junta por sus metas.
- Los miembros de la pareja se aceptan y está dispuesta a mejorar aspectos o rasgos de su personalidad para que exista una convivencia sana.
- No existe celotipia, dudas ni inseguridades.
- El amor prima por sobre la violencia. Todo se puede negociar, sin incurrir en exigencias o agresiones.
- En el amor maduro se pueden perdonar faltas de la otra persona, ya que todos se pueden equivocar y perdonar es necesario para continuar, pero sin exceder los límites, es decir, sin que haya sumisión.
- Se pueden comunicar los sentimientos sin necesidad de culpar a la otra persona, o de caer en manipulación o chantajes emocionales.
- Existe la gratitud entre los dos componentes de la pareja.
- La relación es vista como un proyecto de vida que va más allá de las individualidades, pero sin aniquilar los sueños de cada miembro de la pareja.
- Se diseñan conjuntamente soluciones para las dificultades, en lugar de permitir que predomine el conflicto. La comunicación es importante para ello.
- Se pueden manejar con madurez las separaciones que puedan ocurrir, ya que las experiencias individuales dan paso a la evolución y al crecimiento personal; estas luego se conjugan en la pareja e impactan positivamente.
- El mismo pacto o compromiso de amor motiva al cuidado del otro.
- No hay predominio de la culpa o la vergüenza, así como tampoco existe la humillación.
La forma de ver al otro, en el amor maduro, responde a la realidad y no a un ideal. Cuando dos personas se aman con madurez el cuidado por la relación se convierte también en un compromiso.
Por ello, el primer amor no es el mejor, sino los siguientes, cuando la persona es capaz de amar con sentido común y entregarse sin exigir y sin ocasionar daño afectivo. Pues, el compromiso es un contrato, con reglas y límites en el comportamiento, y para esto se requiere madurez emocional.
“Amar es despojarse de los nombres”
Octavio Paz.
Bibliografía:
- Aguilera, M. (2009). Educar las emociones. Crítica.
- Camacho, S. M., Tinajero, M. A., De León González, M., Saldaña-Moreno, D., & Pérez, J. M. F. (2008). Enamoramiento y Autoestima Adolescente. (Spanish). FALLING IN LOVE AND ADOLESCENT SELF-ESTEEM. (English).
- Missana, S. (2016). De qué hablamos cuando hablamos de amor. Hispamérica: Revista de Literatura.
- Sangrador, J. (1993). Consideraciones psicosociales sobre el amor romántico. Psicothema.