En el ser humano, al hablar de lo simple, nos referimos a su sus conductas más primarias, como lo son las reacciones más rudimentarias y simples que promueven la supervivencia. El entramado de los problemas básicos vitales, supone conductas automatizadas, que se produzcan de la forma más eficaz posible, sin la intervención del gasto energético y de tiempo que supone el razonamiento.
Para la solución de dichos problemas nuestro organismo está programado para mantener un equilibrio químico, que se enfrenta a las irregularidades del ambiente, y a los agentes nocivos de su entorno que provocan daño o enfermedad. Esta regulación que mantiene nuestro organismo para mantenerse en equilibrio se llama Homeóstasis, siendo el proceso resultante de las respuestas que da el organismo ante los retos que nos presenta el entorno.
Regulación homeostática desde lo simple a lo complejo
La regulación homeostática supone un proceso automático, pasando de las reacciones más simples; de acercamiento o alejamiento, ante un estímulo considerado como nocivo o apetitivo, hasta las más complejas donde se encuentran las emociones y los sentimientos.
Antonio Damasio representa esta regulación homeostática de lo más simple a lo más complejo mediante la ramificación de un árbol, donde se producen la regulación de los fenómenos automatizados de la vida.
Niveles de regulación homeostática automatizada
En la zona inferior de esta ramificación encontramos las funciones metabólicas: que son las que regulan los componentes esenciales del organismo, manteniendo un equilibrio de nuestros procesos internos químicos, que son los resultantes de la presión arterial, el ritmo cardíaco y la transformación en energía.
Los reflejos básicos permiten que el organismo se aleje de aquello que considera como nocivo, las condiciones extremas de temperatura, los ruidos intensos o la oscuridad, y que haya acercamiento a la luz y hacia los estímulos más neutros considerados seguros.
Cuando el organismo considera su integridad amenazada por causas externas o incluso desde dentro, el sistema inmune se pone en acción preparándose para detener virus, bacterias, así como sustancias químicas que puedan resultar tóxicas.
En el nivel intermedio se encuentran los comportamientos asociados con el dolor y el placer, reacciones de retirada o acercamiento, identificando el dolor como castigo y el placer como recompensa. Ante el dolor, la reacción corporal es de retirada y alejamiento, ante el estímulo causante de la experiencia aversiva. En una situación percibida como peligrosa el organismo responde produciendo unas sustancias químicas llamadas citoquinas, para intentar resolver la situación, aumentando además los glóbulos blancos en sangre para dicho acontecimiento. En cambio el placer facilita el acercamiento, la relajación corporal y la fluidez de energía aportando bienestar. En este caso las sustancias químicas que se producen son las endorfinas, encontrándose asociadas con el placer.
En el próximo nivel se encuentran los instintos y las motivaciones como el hambre, el juego, la curiosidad, el sexo, etc. Spinoza para este caso hace una diferenciación importante; mediante los apetitos, refiriéndose al organismo que se ocupa de un determinado instinto, y los deseos, que sería el sentimiento consciente de la satisfacción del apetito.
De las emociones a los sentimientos
A un nivel ya más complejo de lo anteriormente expuesto se encuentran las emociones, que son el resultado de la evaluación de la situación por parte del organismo, la tristeza, amor, alegría, sorpresa, miedo, etc. Todas ellas adaptativas, imprescindibles y, por lo tanto, necesarias para nuestra supervivencia. Su regulación homeostática tiene como objetivo proporcionarnos, además, experiencias vitales para que no permanezcamos en un estado neutro, esto tiene consecuencias positivas, pero por otro lado, también negativas como ya sabemos todos. Estos cambios alteran el rumbo de nuestras vidas, pasando de la alegría a un estado de tristeza en poco tiempo. Estos cambios son la montaña rusa de las emociones.
Como se muestra en la gráfica, la respuesta emocional se compone de:
(1) Incremento de la intensidad.
(2) pico de intensidad.
(3) periodo de meseta o de adaptación.
(4) y (5) desemboca en una fase pronunciada de decremento de la intensidad dando lugar al proceso emocional oponente inverso.
(6) La valencia hedónica es opuesta en intensidad, más lenta que la finalización de la respuesta emocional primaria, para finalmente estabilizarse.
Spinoza mediante “el poder de los afectos” consideró ante las emociones negativas, que la esperanza de superar una emoción perjudicial era la de superarla con una emoción positiva más fuerte: “No se puede refrenar o neutralizar un afecto excepto por un afecto contrario que sea más fuerte que el afecto que se quiere refrenar.”
Los sentimientos se encuentran en la cima de todos estos niveles comentados, sosteniendo un nivel de regulación diferente, ya que son la expresión mental de todos los demás niveles de regulación homeostática, este proceso, por lo tanto, no es automático. El sentimiento está formado bajo un sistema de anidamiento que constituye lo simple dentro de lo complejo. Todos estos niveles tienen como objetivo general la supervivencia junto al bienestar, y para conseguir este objetivo se debe de resolver cada uno de los problemas que presentan los distintos niveles. Por lo que, es su regulación conjunta la que nos hace llegar al bienestar.
Estos fenómenos de regulación vital están relacionados con los ajustes adaptativos del estado corporal, de esta forma se comprenden las interacciones entre por ejemplo: estar feliz y por lo tanto tener más hambre y apetito sexual, o tener miedo e inhibir el instinto sexual o el hambre, como hacen la tristeza o el asco.
El sentimiento es un conjunto de percepciones que sirven de alerta mental para circunstancias ya sean buenas o malas, prolongando los efectos emocionales, dando así la posibilidad de crear nuevas respuestas no estereotipadas. El sentimiento es por lo tanto la consecuencia del proceso homeostático en marcha, que hemos estado descomponiendo por niveles, un análisis del estado corporal que reproduce una imagen mental, una idea acerca de cómo se encuentra el organismo ante determinadas circunstancias.
Bibliografía:
Damasio. A. (2005). En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos. Crítica, Barcelona.
Capri, A., Guerrero, C. y Palmero, F. (2008). Emociones básicas. En F. Palmero y F. Martínez-Sánchez (Eds.), Motivación y Emoción (pp. 50-51). Madrid: McGraw-Hill.