El autoengaño

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Digamos que, un punto inicial y activador tanto del sufrimiento como consecuentemente de una vida desoladora en muchas personas, es el autoengaño. ¿Qué es el autoengaño? ¿Por qué nos engañamos a nosotros/as mismos/as? Esta es la finalidad que persigue este artículo, poder ahondar en los misterios que conlleva esta forma de vida que muchas personas adhieren y del que les es difícil desprenderse. A pesar de ser un factor común en muchos de nosotros/as, no es tan fácil de identificar y así poder cambiar lo que no es real por lo que sí lo es.

Como profesional de la psicología que soy, me llama mucho la atención el tema del engaño cotidiano en las personas y por ello he querido profundizar sobre éste, haciendo hincapié en la facilidad que tenemos los seres humanos de engañarnos a nosotros mismos y con ello a los demás, sin darnos apenas cuenta de lo que hacemos ni de por qué lo hacemos.

Según Trivers (2002), define el autoengaño como una forma de mentirnos a nosotros mismos o como una cantidad de información que nos pertenece y que es similar a la mentira entre los individuos. Este autor, sostiene que, el principal elemento para entender el autoengaño es como “la información verdadera es excluida de la conciencia y que si esta información es mantenida totalmente, es relegada y mantenida en el inconsciente”.

Como destaca Alonso Aguiló, en su texto Educar los sentimientos (Madrid, 1998), el requerimiento de tantos deseos, solicitaciones y tendencias nos impulsa fácilmente a interpretar mal la realidad y autoengañarnos. De esta forma, el nivel de autoengaño de una persona discrimina su nivel de coherencia personal.

Cristina LLagostera (2011) escribe en el diario El País: “Nadie se libra del autoengaño, esa estrategia mental que permite esquivar la realidad refugiándose en una inconsciencia más o menos deliberada. Se recurre al autoengaño para evitar asumir las consecuencias de los propios actos al no ver aspectos personales o del entorno que resultan desagradables, al fingir u ocultar lo que se siente o al justificarse para salir airoso de una situación”. En este artículo, se cita a Antonio Machado con una frase que no tiene desperdicio “Peor que ver la realidad negra es el no verla”. Otra cita “En el interior del hombre habita la verdad” (San Agustín). De este modo, la autora se plantea  la siguiente cuestión: ¿existe un equilibrio óptimo entre autoengaño y verdad? Ésta afirma que evitar la realidad puede producirnos alivio instantáneo, pero que a la larga supone un coste elevado para nosotros; pues lo que no se afronta tenderá a repetirse.

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  • EXPERIMENTO DE INVESTIGACIÓN

Quattrone y Tversky (1984) hicieron un experimento en el que los investigadores reunieron a 38 participantes a los que se les dijo que iban a participar en un estudio sobre los “aspectos psicológicos y médicos del atletismo”. A estos individuos se les mintió al hacerles pensar que el lapso de tiempo que fueran capaces de sumergir sus brazos en agua fría iba a determinar su estado actual de salud.

En primer lugar, se les pidió a los participantes que sumergieran sus brazos en agua fría el tiempo que pudieran resistir. Posteriormente, se les asignó otras tareas para que éstos pudieran creer que realmente estaban participando en un estudio sobre atletismo, como por ejemplo se les pidió que hicieran ejercicios de bicicleta. A continuación se les dio una charla sobre la esperanza de vida y cómo esto se relaciona con el tipo de corazón que tiene cada uno de ellos (se les informó que había dos tipos de corazones: Tipo 1 asociado con actividad más precaria y Tipo 2 àasociado a una mejor salud).

A la mitad del grupo se les dijo que las personas con corazones Tipo 2 tienen más tolerancia al agua fría después del ejercicio y las Tipo 1 menos tolerancia. Después, se les pidió que metieran nuevamente las manos en el agua fría el máximo tiempo que pudieran soportar.

Los resultados que obtuvieron fueron efectivos, así como los participantes a los que se les comunicó que la tolerancia al frío era saludable fueron capaces de sumergir sus brazos en agua fría más tiempo en el segundo intento que en el primero (35sg – 45sg). Todo lo contrario pasó con los sujetos a los que se les dijo que la tolerancia al frío no era saludable: Primer intento (45sg), Segundo intento (35sg). Luego, para comprobar si se autoengañaron los sujetos, se les preguntó si mantuvieron deliberadamente sus brazos debajo del agua más o menos tiempo de acuerdo con lo que indicó la salud de su corazón. Así pues, 29 de los 38 negaron haberlo hecho y 9 lo confesaron indirectamente. Además se les preguntó si creían que tenían un corazón sano o no. Más de la mitad de los que negaron, pensaron que tenían el tipo de corazón más saludable; mientras que entre los 9 que confesaron, el 20% pensó que tenía el corazón más sano.

A la conclusión que llegaron los investigadores fue que en el nivel más alto, la gente decide absorber el engaño, por lo que piensa y actúa como si su creencia incorrecta fuera completamente cierta, ignorando y rechazando completamente cualquier pista recibida de la realidad.

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  • CONCLUSIÓN

 Analizando los diferentes puntos descritos, podemos deducir que el autoengaño, como forma que tenemos los seres humanos de mentirnos a nosotros mismos y en consecuencia a las personas que nos rodean, hoy día está presente en cada persona, el cual genera un gran malestar y confusión por no poder distinguir entre lo que es real y lo que es fantasía, llevando al sujeto a una extrema inconsciencia. Pero ¿por qué a unos les afecta más que a otros? Tan simple como que hay quienes se conocen lo suficiente para poder controlar sus emociones y pensamientos, saben reconocer cuando han cometido un error o son personas asertivas no teniendo que mentir a los demás para poder realizar lo que se quiere.

Para mí, este tema es muy interesante, pues evidencia miles de casos que hoy en día suceden a nuestro alrededor; por lo tanto es útil que se traten, ya que a causa de este “síntoma” miles de personas sufren sin saber por qué, y lo que es peor, como hemos visto en ejemplos anteriores, se dejan arrastrar por las drogas o por alguna relación nefasta. Así que, animo a los/as psicólogos/as que indaguen en las mentiras que cada usuario lleva consigo y ni siquiera él sea consciente de éstas, pero que posiblemente sean la raíz de muchas desgracias que le estén sucediendo en su vida.

¿Qué se puede hacer? Sobre todo, es de vital importancia que la persona llegue a concienciarse de los problemas que tiene y a qué son debidos, si las mentiras que se dice cada día con qué fin van dirigidas y después de eso hacer un seguimiento en el que la persona ponga en práctica habilidades sociales, automanejo de las emociones y psicología positiva para que pueda inculcar en su vida diaria otras formas de actuar que le puedan ser más fructíferas a nivel personal y social.

La calidad de vida viene influida por los pensamientos que generamos día a día, y éstos van de la mano de nuestras actuaciones y comportamientos con el resto de la gente. ¿Qué pasa si estamos continuamente mintiéndonos a nosotros mismos y a los demás, ocultando información y creyendo que esta vida es real? Pues pasará que no llevarás una vida plena, de la que te puedas sentir satisfecho, no podrás sentarte a tomarte un café tranquilamente o leer un libro tú solo, porque una mentira lleva a otra y así sucesivamente, hasta que se forma una madeja gigante de la que es muy difícil escapar. Te creas una vida nueva, una vida falsa la cual te llevará al fracaso.

De esta manera podemos ver miles de parejas que aparentan ser tan felices; pero que si indagas un poco en la relación observas que se están destruyendo el uno al otro: falta de respeto, desconfianza, temor, sentimientos de culpa, etc. Y un largo sin fin de problemas que son causados por la mentira. Por ejemplo se me ocurre un caso en el que el chico me cuenta que está muy mal con su pareja, que no la soporta y que lo trata fatal. Que la va a dejar, que la relación no tiene futuro; pero a los dos días de haberla dejado vuelve con ella, asegurando que la quiere y que es la mujer de su vida.

BIBLIOGRAFÍA

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  1. Trivers, Robert. (2002). El engaño y el autoengaño.

 

Llagostera, Cristina. (2011). El truco del autoengaño. El País. Pags. 22-23.

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Quattrone and Tversky. (1984). Causal versus diagnostic contingencies: On self-deception and on the voter’s illusion. Journal of Personality and Social Psychology 46 (2): 237-248.

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Trivers.

Vallejo, J., Bulbena, A., Grau, A., Poch, J. y Serrallonga, J. (1980). Introducción a la psicopatología y psiquiatría.

 

Ingeniero informático, actualmente CEO y propietario de las empresas psiqueviva.com. Amo escribir y leer artículos interesantes e intento proporcionárselos a los usuarios de esta plataforma.

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