Uno de los temores más normales que podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida es, cómo poder mantener a nuestra mente activa y ágil, con el transcurrir de los años, para así disfrutar de los placeres que nos rodean y lograr compartir sus beneficios junto a nuestras familias y amigos.
Ejercitar nuestra mente
Existen diferentes ejercicios para ejercitar nuestra mente. Pero también hay una manera diferente de pensar que nos ayudará a mantenerla joven y activa, que es el llamado pensamiento divergente.
Este pensamiento divergente, también conocido como “lateral”, se caracteriza por la capacidad de la persona para generar múltiples e ingeniosas soluciones a un mismo problema. Está basado en la curiosidad, pero también en el inconformismo. Estas características hacen que aparezca con mayor frecuencia entre los niños y jóvenes de 10 a 15 años, ya que la imaginación a esa edad nos permite más libertades a la hora de pensar una solución que no esté atada a las estructuras de la vida adulta.
El pensamiento convergente
Para entender qué significa pensamiento divergente hay que viajar en el tiempo hasta 1967, cuando el psicólogo estadounidense Joy Paul Guilford propuso los tipos de pensamiento divergente y convergente para la resolución creativa de problemas.
El pensamiento convergente es la habilidad que tenemos para responder de manera correcta a una pregunta ordenando lógicamente la información que tenemos disponible a nuestro alcance.
En cambio, el pensamiento divergente es el proceso de generación de ideas mediante la exploración de muchas posibles soluciones a la pregunta que se nos presenta.
Diferencias entre el pensamiento convergente y el divergente.
En este pensamiento divergente o lateral, no es tan importante el cociente intelectual de la persona, que pasan a ser claves la personalidad y el inconformismo, ya que la persona no querrá quedarse con la primera solución “lógica” al problema y buscará llegar al mismo –o mejor- resultado por un camino hasta ahora inexplorado. De ahí, que sea vital para desarrollar el pensamiento divergente, la curiosidad de los niños. Por eso, los expertos aseguran, que el pensamiento divergente debe entrenarse de manera constante a partir de los 15 años, sino nuestra mente comenzará a razonar solamente con la lógica del pensamiento convergente en la búsqueda de soluciones lógicas pero no disruptivas con los estándares que la sociedad nos impone.
Para que quede aún más claro, hay cuatro grandes diferencias entre el pensamiento convergente y el divergente.
1- El pensamiento convergente sabe hacia dónde se dirige en todo momento, mientras que el pensamiento divergente empezará a buscar algo pero no es esa búsqueda su fin ni su camino.
2-Debido a la diferencia anterior, podemos afirmar entonces que el pensamiento convergente se mueve si tiene un faro que lo guía hacia a donde ir. En cambio, el pensamiento divergente creará la dirección hacia la que se moverá, sin tener un punto fijo desde el inicio.
3- Las características anteriores nos confirman que mientras el pensamiento convergente es racional y analítica, el pensamiento divergente tiene dos cualidades totalmente diferentes: es provocativo e intuitivo.
4- Por último, el pensamiento convergente descarta opciones de manera racional y analítica para llegar a la solución final, mientras que el pensamiento divergente no descarta nada porque su esencia es estar abierto a todas las posibilidades existentes.
El sistema escolar actual
Con estas cuestiones ya más claras, nos damos cuenta que el sistema escolar en casi todo el mundo está adaptado para que los alumnos prioricen un tipo de pensamiento convergente. Aquel estudiante que manifieste un pensamiento lateral será aquel que “rompe el molde”, y –a veces- será un desafío muy difícil para él y que la institución educativa a veces no estará a la altura de enfrentar.
Sin embargo, en el campo del mundo laboral el pensamiento divergente es una de las características más solicitadas por las empresas cuando realizan la búsqueda de personal.
Como la sociedad está acostumbrada a darnos competencias similares a todos los que nos formamos en instituciones educativas, las grandes compañías –para hacer la diferencia con sus rivales en el mercado- empezaron a valorar otras aptitudes que aporten ingenio, vitalidad y auténtico capital humano a sus proyectos.
Por eso, una persona que sea capaz de ofrecer innovación, creatividad y nuevos objetivos será alguien muy requerido en diferentes proyectos, sobre todo a la hora de trabajar en equipo.
Hay que aclarar, sin embargo, que esto no significa que el pensamiento divergente sea mejor que el convergente. Ninguno es mejor que otro, solamente que tienen y aportan características diferentes.
Pensamiento lineal
Es muy importante aplicar un pensamiento lineal y una serie de reglas y procesos estructurados para llegar a una única solución, que es la que normalmente se evalúa como correcta. Este pensamiento convergente es muy útil en cualquier proyecto o empresa, ya que una guía clara y firme mantendrá al equipo enfocado en el objetivo buscado y podremos llegar al mismo en el menor tiempo posible.
Pero la clave es admitir que en una vida tan compleja, dinámica e imprecisa como la que llevamos adelante en la actualidad es realmente imposible que nuestros problemas puedan tener una solución única. Por lo tanto, necesitamos desarrollar un verdadero pensamiento divergente para encontrar otras opciones a las que el pensamiento convergente al que estamos acostumbrados nos entregará como respuesta.
¿Cómo se entrenar el pensamiento divergente?
Hay que enfocarse en cuatro objetivos muy claros:
Mejorar la fluidez: capacidad para producir gran número de ideas.
Agrandar la flexibilidad: ser capaces de poder crear ideas variadas basándose en diversos campos de conocimiento.
Fomentar la originalidad: capacidad para crear ideas innovadoras.
Por último, mejorar la aptitud para desarrollar las ideas con mayor grado de sofisticación.