Hablar de Neurociencias es hablar de un océano de conocimientos con una orilla poco definida. Aunque los límites de nuestro cerebro y de nuestra mente no parecen claros, cada descubrimiento nos enseña más acerca de lo que nos falta por descubrir. La revolución en las Neurociencias modernas empezó a través de los descubrimientos de la psicofarmacología y de las técnicas de neuroimagen. Algunos ejemplos serían el del primer fármaco para tratar con eficacia la esquizofrenia, la clorpromazina (Diaz, 1996) y del descubrimiento sobre la Resonancia Magnética (Lauterbur, 1973).
A partir de aquí se asentaron las bases para un crecimiento continuado en el número de descubrimientos, publicaciones y aplicaciones prácticas en nuestro día a día.
¿Cómo pueden las neurociencias mejorar nuestra salud?
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el 4,4% de la población mundial sufre depresión y el 3,8% sufre ansiedad (Infocop, 2018 ). Esta situación nos lleva a plantear nuevas metodologías y protocolos de trabajo en lo que respecta a la prevención y al tratamiento de la salud mental.
Con los últimos avances en el campo de las Neurociencias se están generando un nuevo cuerpo de prácticas terapeuticas. Estas técnicas utilizan los descubrimientos de las neuroimagenes y el reconocimiento de correlaciones entre estructuras y funciones cerebrales.
Por ejemplo, el descubrimiento de la respuesta del estrés en nuestro cerebro nos permite entender mejor como se forman algunos trastornos y enfermedades. Estas investigaciones han sido posibles a partir de las técnicas de Neuroimagen, las cuales se aplican en los estudios de medición de respuestas a elementos estresores o que pueden perturbar a los sujetos (Dedovic, Duchesne, Andrews, Engert & Pruessner,2009). Además, el estrés también se vincula de forma significativa con la ansiedad y la depresión (Duman, & Monteggia, 2006).
Cuando estamos estresados/as, nuestros niveles de cortisol aumentan. Hay una sobre activación de las amígdalas, áreas que gestionan nuestras emociones. Nuestro hipocampo, área vinculada a la memoria, se bloquea. Y la conexión entre nuestros hemisferios (hemisferio derecho y hemisferio izquierdo) resulta alterada (área del cuerpo calloso).
Aplicando un seguido de nuevas técnicas y metodologías como por ejemplo el EMDR podemos hacer uso de sus beneficios para trabajar con estos trastornos.
El EMDR (Shapiro, 2004), dentro de las Terapias Neurocientíficas o con base Neurobiológica, es la más reconocida y extendida. Sus siglas signicican: reprocesamiento y desensibilización a través de los movimientos oculares rápidos.
Está aceptada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como una terapia de uso preferente ante eventos traumáticos como por ejemplo: catástrofes naturales, conflictos bélicos o atentados terroristas. Además, se utiliza en diferentes hospitales de España como en el Hospital Clínico de Barcelona, en la Unidad de Agresiones Sexuales.
Esta terapia emula los movimientos de la fase REM de una manera artíficial y controlada. Hace uso de un protocolo de 8 pasos con los que se miden los avances y las respuestas de los pacientes.
Cada noche cuando dormimos pasamos por una fase de sueño profundo donde movemos los ojos de manera muy rápida. Con esta metodología, el terapeuta pide al paciente que siga sus dedos, en horizontal, mientras piensa en el recuerdo o la escena perturbadora. Esto ayuda a que su organismo se relaje, que el estímulo pierda intensidad, y que el recuerdo pueda “conectarse” con una nueva información o con otros recuerdos más positivos (reconsolidación).
¿Qué ocurre en el cerebro?
Lo que sucede en el cerebro de la persona es que la amígdala o la zona que gestiona nuestras emociones se relaja. Esto ayuda a que todo el organismo pueda desestresarse y finalmente, la situación o el recuerdo pierda intensidad.
Según la Dra, Francine Shapiro, creadora de esta metodología, los recuerdos que vivimos se almacenan asociándose entre sí, de tal manera que nuestras vivencias del pasado pueden estar influyendo en lo que nos ocurre en el presente.
Por ejemplo, alguien que tiene miedo a ir en tren, puede deberse a que en el pasado vivió una experiencia traumática vinculada. Estos recuerdos son accesibles y con este movimiento ocular rápido se pueden liberar. El resultado es que la persona aunque hayan pasado muchos años, puede sentir que aquella herida, al fin está cerrada y superada. Y la prueba la obtenemos cuando ese hombre o mujer decide volver a subirse a un tren con total naturalidad.
Las Neurociencias son un gran apoyo para las personas que han sufrido que siguen sufriendo. Y cada vez vamos a poder beneficiarnos más de estos nuevos descubrimientos.
Vídeo explicativo sobre las Terapias Neurocientíficas
https://www.youtube.com/watch?v=uGH4KHBhoqk&t=23s
Dedovic, K., Duchesne, A., Andrews, J., Engert, V., & Pruessner, J. C. (2009). The brain and the stress axis: the neural correlates of cortisol regulation in response to stress. Neuroimage, 47(3), 864-871.
Diaz, J. (1996). How Drugs Influence Behavior: A Neurobehavioral Approach.Englewood Cliffs:Prentice Hall
Duman, R. S., & Monteggia, L. M. (2006). A neurotrophic model for stress-related mood disorders. Biological psychiatry, 59(12), 1116-1127.
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ORIOL LUGO
Psicólogo e investigador Universidad Ramón Llull de Barcelona