Fragmentos

En esta sección publicaremos fragmentos interesantes de los libros y autores más importantes.

Se puede colaborar en «Comentarios»  y desde la página de facebook de Psiqueviva  añadiendo fragmentos que os parezcan a vosotros interesantes y creáis dignos de ser expuestos.

Se publicarán en la página los más interesantes y que estén detallados con el nombre del  libro de donde provienen y el autor de dicho libro.

Gracias por la colaboración.

Charles Dickens  «Historia de dos ciudades»

«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.»

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Herman Hesse  «Siddhartha»

Cuando alguien busca, suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque sólo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se halla poseído por él. Buscar significa tener un objetivo, pero encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos…

                                                                                                                                                                                                               

Fragmento de Fiodor Dostoyevski «El jugador»

«Sabe, por ejemplo, que la amo con locura; me permite hablarle incluso de mi pasión y, en efecto, se comprende que de ningún otro modo ha expresado mejor el desprecio que siente por mí que con este permiso para hablarle libremente, sin obstáculos, de mi amor. Parece que quiere decir: <<Eso significa lo poco que tus sentimientos representan para mí; me es absolutamente indiferente lo que puedas decirme y lo que sientas por mí.>>»

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Anthony De Mello «Una llamada al amor» (1992)

MEDITACION 2
«Si alguno viniere a mí y no odia a su padre y a su madre, a su
mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su
propia vida, no puede ser discípulo mío»
(Lc. 14,26)

El padre y la madre: una pesadilla. La mujer y los hijos, los hermanos y
hermanas: una pesadilla. Todas tus pertenencias: una pesadilla. Tu
vida, tal como es: una pesadilla. Cada una de las cosas a las que te
aferras y sin las que estás convencido de que no puedes ser feliz: una
pesadilla… Por eso odiarás a tu padre y a tu madre, a tu mujer y a tus
hijos, a tus hermanos y hermanas… y hasta tu propia vida. Por eso
deberás dejar todas tus pertenencias, es decir, dejarás de aferrarte a
ellas, y de este modo habrás destruido su capacidad de dañarte. Por
eso, finalmente, experimentarás ese misterioso estado que no puede
ser descrito con palabras: el estado de felicidad y una paz
permanentes. Y comprenderás cuán cierto es que quien deja de
aferrarse a sus hermanos y hermanas, a su padre, a su madre, a sus
hijos, a sus tierras y posesiones… recibe el ciento por uno y obtiene la
vida eterna.

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Elisabeth Kübler-Ross – «Lecciones de vida» (2001)

Estamos aquí para sanarnos unos a otros y a nosotros mismos. No una sanación como en la recuperación física, sino una sanación mucho más profunda. La sanación de nuestros espíritus, de nuestras almas.

Cuando hablamos de aprender nuestras lecciones, estamos hablando de deshacernos de asuntos inacabados. Los asuntos inacabados no tienen que ver con la muerte, sino con la vida.

“Sí, he tenido una buena vida pero, ¿he sacado tiempo para vivir de verdad?”. Hay muchas personas que han existido, pero que realmente nunca vivieron. Y gastaron cantidades inmensas de energía en mantener ocultos sus asuntos inacabados.

Puesto que los asuntos inacabados son el mayor problema en la vida, también es el tema principal que abordamos cuando nos enfrentamos a la muerte. Muchos de nosotros dejamos la vida con una gran cantidad de asuntos inacabados; algunos solo dejan unos pocos.

En tiempos antiguos, la comunidad solía tener lugares para reunirse donde los niños y los adultos escuchaban, mientras los ancianos y ancianas contaban historias de la vida, de los desafíos de la vida, y las lecciones que pueden extraerse de los últimos momentos de una vida. La gente sabía que a veces nuestras lecciones más importantes se hallan en los momentos de mayor sufrimiento.

Encontramos muchas cosas en este largo viaje, extraño a veces, que contemplamos como vida, pero básicamente nos encontramos a nosotros mismos. Quiénes somos en realidad, qué es lo que más nos importa.

Los moribundos siempre han sido maestros de grandes lecciones, porque cuando nos vemos empujados hacia el final de la vida es cuando la vemos con mayor claridad. Al compartir con nosotros sus lecciones, los moribundos nos enseñan mucho sobre el inmenso valor de la vida en sí.

En lo más profundo, todos sabemos que hay alguien que estamos destinados a ser. Y podemos sentir cuándo nos vamos convirtiendo en ese alguien. Lo contrario también es verdad: sabemos cuando algo no encaja y no somos la persona que estábamos destinados a ser.

Consciente o inconscientemente, todos buscamos respuestas, intentando aprender las lecciones de la vida. Andamos a tientas por miedo y culpa. Vamos en busca de sentido, amor y poder. Tratamos de comprender el miedo, la pérdida, el tiempo. Tratamos de descubrir quiénes somos y cómo podemos llegar a ser realmente.

Sin embargo, con demasiada frecuencia los buscamos en el dinero, en la condición social, en el trabajo perfecto, o en otros lugares, solo para descubrir que estas cosas carecen del sentido que esperábamos encontrar y que incluso nos producen angustia. Seguir estas pistas falsas sin una comprensión más profunda de su significado nos deja inevitablemente con una sensación de vacío, creyendo que la vida tiene muy poco o ningún sentido, que el amor y la felicidad son tan solo espejismos.

Para conocernos, ser auténticos con nosotros mismos, para descubrir lo que queremos hacer y lo que no, necesitamos comprometernos con nuestras propias experiencias. Todo lo que hacemos debemos hacerlo porque nos produce alegría y paz, desde el empleo que tenemos hasta la ropa que usamos. Si hacemos algo para aparentar respetabilidad a los ojos de los demás, no estamos viendo el valor que hay en nosotros. Es sorprendente hasta qué punto vivimos mucho más por lo que deberíamos hacer que por lo que queremos hacer.

Solo podemos encontrar paz y felicidad en el amor cuando eliminamos las condiciones que ponemos a nuestro amor por los demás. Y generalmente a los que más amamos les imponemos las peores condiciones. Nos han enseñado bien el amor condicional, lo cual dificulta mucho el proceso de desaparecer. Como seres humanos, no es posible encontrar un amor totalmente incondicional entre nosotros, pero podemos encontrar más que los pocos minutos que por lo general tenemos en la vida.

Una de las pocas áreas donde realmente podemos encontrar  amor incondicional es en nuestros hijos cuando son muy jóvenes. No les importa nuestro tiempo, nuestro dinero o nuestros logros. Simplemente nos aman. A la larga les enseñamos a poner condiciones a su amor cuando los recompensamos por sonreír, por obtener buenas calificaciones, y por ser lo que queremos que sean. Pero, aun así, podemos aprender mucho del modo en que los niños nos aman. Si amáramos a nuestros hijos un poco más incondicionalmente, durante un poco más de tiempo, tal vez crearíamos un mundo muy diferente para vivir.

A la larga perdemos todo lo que poseemos, pero lo que importa en definitiva no se pierde nunca. Nuestras casas, coches, empleos y dinero, nuestra juventud e incluso seres queridos solo los tenemos en préstamo. Como todo lo demás, no podemos conservar siempre a nuestros seres queridos. Pero la aceptación de esta verdad no tiene por qué entristecernos. Por el contrario, puede proporcionarnos la capacidad de valorar mejor la infinidad de experiencias y cosas maravillosas que tenemos durante el tiempo que permanecemos aquí.

En muchos aspectos, si la vida es una escuela, la pérdida es una parte importante del currículum.

Cuando experimentamos una pérdida también experimentamos que a los que amamos –y algunas veces incluso a los extraños– cuidan de nosotros en tiempos de necesidad. La pérdida es un agujero en el corazón. Pero es un agujero que inspira amor y puede contener el amor de los demás.

Hemos aprendido mucho sobre la pérdida gracias a los moribundos. Los que han estado técnicamente muertos y los han hecho volver a la vida nos transmiten algunas lecciones claras y sencillas. Primero, aseguran haber perdido el miedo a la muerte. Segundo, dicen que ahora saben que la muerte solo es desechar un cuerpo físico, muy semejante a quitarse un conjunto de ropas que ya no son necesarias. Tercero, recuerdan haber tenido una profunda sensación de integridad en la muerte, haberse sentido conectados con todo y con todos, y sin ninguna sensación de pérdida. Finalmente, nos cuentan que nunca estuvieron solos, que alguien estaba con ellos.

Éste es uno de los propósitos para los que sirve la pérdida en la vida: nos une. Nos ayuda a comprender a los demás de un modo más profundo. Nos conecta con los otros como ninguna otra lección de vida podría hacerlo. Cuando nos une la experiencia de la pérdida, nos preocupamos por los demás y los percibimos de un modo nuevo y más profundo.

No tendrás otra vida como ésta. Nunca volverás a desempeñar este papel y experimentar esta vida tal como se te ha dado. Nunca volverás a experimentar el mundo como en esta vida, en esta serie de circunstancias concretas, con estos padres, hijos y familiares. Nunca tendrás los mismos amigos otra vez. Nunca experimentarás de nuevo la tierra en este tiempo con todas sus maravillas. No esperes para echar una última mirada al océano, al cielo, las estrellas o a un ser querido. Ve a verlo ahora.

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Sala de Psicopatología. Alejandra Pizarnik.

“…y como soy tan inteligente que ya no sirvo para nada,
y como he soñado tanto que ya no soy de este mundo,
aquí estoy, entre las inocentes almas de la sala 18,
persuadiéndome día a día
de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos destino.”

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M.-A. Sechehaye –  Diario de una esquizofrénica (1973)

“Padecía menos con la irrealidad, pues ya no luchaba contra ella; vivía en una atmósfera de vacío, de indiferencia, de artificialidad. Un muro infranqueable me separaba de las personas y de las cosas; veía a muy poca gente y no me sentía contenta sino sola, y para esto me refugiaba en el sótano; allí, sentada sobre una pila de carbón, permanecía tranquila, inmóvil, con la mirada fija en una mancha o un rayo de luz.

 Pero, a veces, de este muro de indiferencia surgía de pronto la angustia de la irrealidad; era como si mi percepción del mundo me hiciese sentir agudamente el absurdo de las cosas: en silencio y en la inmensidad cada objeto se separaba, cortado con cuchillo, aislado en el vacío, en la infinitud; y como consecuencia de esta separación, de esta soledad en que se encontraba, se ponía a existir. Allí estaba, frente a mí, aterrándome. Era entonces cuando decía: “La silla se burla de mí, me molesta”; esto no era exacto, pero no tenía otras palabras para expresar el miedo y el agudo sentimiento de que la silla existía sin tener ningún otro significado.
Otras veces las crisis de irrealidad sobrevenían en la calle: todo parecía entonces inanimado, muerto, mineral, absurdo; y en este silencio, un grito infantil despertaba mi angustia: me sentía expulsada del mundo, separada de la vida, espectadora de un film caótico que se desarrollaba sin cesar delante de mis ojos y del cual no lograba ser partícipe nunca; espantosos momentos en los que sentía un malestar y una sensación de indefensa tales, que no tenía más remedio que sufrirlos sin esperanzas.”

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Tomás Moro – Utopía  (1516)

¿No es una República dura e injusta la que concede grandes rentas y recompensas a los nobles, como les llaman, y a los orfebres y a otros parecidos que, o bien son unos holgazanes o sólo aduladores e inventores de vanos placeres y, por el contrario, no hacen ninguna noble previsión para los pobres labradores, carboneros, peones, carreteros, herreros y carpinteros sin los cuales ninguna república puede seguir adelante? Al contrario después de haber explotado los esfuerzos de su edad vigorosa y productiva, al final, cuando están oprimidos por la vejez y la enfermedad, necesitados, pobres y menesterosos de todas las cosas, entonces olvidando sus muchos y penosos desvelos, no recordando sus muchos y grandes beneficios, les recompensan y pagan muy duramente con una muerte miserable. Y además de esto los ricos, tanto por fraude particular como por las leyes públicas, cada día esquilman y arrebatan al pobre parte de sus medios de vida diarios. Así si antes parecía injusto recompensar con ingratitud los esfuerzos que han sido beneficiosos para la república, ahora a este erróneo e injusto comportamiento  (lo cual es todavía mucho peor) lo llaman justicia, y además sancionado  por la ley. Por eso cuando considero y medito sobre todas estas repúblicas que hoy en día florecen por doquier, válgame Dios que no puedo distinguir sino una conspiración de los ricos que procuran su propio beneficio  bajo el nombre y título de bien común. Inventan y conciben todos los medios y argucias, primero para conservar con seguridad, sin miedo de pérdida, lo que han acumulado injustamente y después para alquilar y explotar el trabajo y esfuerzo de los pobres por tan poco dinero como puedan.

Cuando los ricos han decidido que se guarden y observen estas medidas con el pretexto de la comunidad, es decir también de los pobres, entonces se convierten en leyes. Pero estos malvados y viciosos aun cuando con su insaciable codicia se han repartido todo lo que habría bastado para todos ¿cuán lejos se hallan de la riqueza y de la felicidad de la república de Utopía?

En ésta, donde todo el deseo de dinero con la utilidad del mismo es completamente bloqueado y prohibido ¡qué gran cantidad de problemas se evitan! ¡Cuántas oportunidades de maldad y engaño se arrancan de raíz! Pues ¿quién no sabe que el fraude, el robo, la rapiña, las disputas, las peleas, las riñas, los conflictos, las censuras, las contiendas, el asesinato, la traición, los envenenamientos, que con castigos diarios son más vengados que evitados, mueren cuando muere el dinero? Sí, la misma pobreza que sólo parece carencia del dinero, si la moneda desapareciera también disminuiría y se esfumaría. Y para que podáis percibir más claramente esto, considerad los años secos e infructíferos en que muchos millares de personas han muerto de hambre. Me atrevo a decir que al final de estas penurias se podría haber podido encontrar tanto trigo o grano en los graneros de los ricos si hubieran sido registrados, que si se hubieran repartido entre aquellos a quienes el hambre y la peste consumió, nadie en absoluto habría sentido aquella plaga y penuria ¡Tan fácilmente podrían los hombres obtener su manutención si no hubiera obstaculizado por si sola el camino entre nosotros y nuestra manutención aquella misma apreciada princesa, doña moneda, que fue muy encarecidamente concebida e inventada con la buena fama de que por medio de ella se abriría aquel camino.

Estoy seguro de que los ricos se dan cuenta, que no son tan ignorantes, de lo mejor que sería de no carecer de ninguna cosa necesaria que abundar en tan excesiva superfluidad, librarse de innumerables cuidados y problemas que estar sitiado y agobiado con grandes riquezas. Y no dudo que el respeto a la comodidad privada de cada hombre o la autoridad de nuestro salvador cristo (que con su gran sabiduría no pudo dejar de saber lo que era mejor, y por su inestimable bondad no podía aconsejar más que lo que sabía que era mejor) habrían conducido a todo el mundo desde hace mucho tiempo a las leyes de esa república si no fuera porque una sola fiera,  la princesa y madre de todos los males, la Presunción, no lo evitara e impidiera. Ella no pide la riqueza y la prosperidad por sus propias ventajas sino por la miseria y desventajas de los demás, no querría ser hecha diosa de buena gana si no quedaran desgraciados sobre los cuales pudiera, como una dama desdeñosa, regir y triunfar, sobre cuyas miserias su felicidad pudiera brillar, cuya pobreza pudiera humillar, atormentar y acrecentar por medio de la suntuosa exhibición de su riqueza. Esta bestia infernal se introduce en los corazones de los hombres y les impide seguir el recto camino de la vida y está tan enraizada en los pechos humanos que no puede ser arrancada.

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José Ortega y Gasset – El espectador (1916 – 1934)

Ortega-y-gasset

La verdad, lo real, el universo, la vida – como queráis llamarlo – se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que ve será un aspecto real del mundo. Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra; lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituibles, somos necesarios. Dentro de la humanidad cada raza, dentro de cada raza cada individuo es un órgano de percepción distinto de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles. La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se halla para otro en primer término. El paisaje ordena sus tamaños y sus distancias de acuerdo con nuestra retina, y nuestro corazón reparte los acentos. La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración.

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Erasmo de Rotterdam – Elogio de la locura (1511)

¡Cuánto más deseable resulta la vida de moscas y pajarillos, que la viven a su antojo y guiándose sólo por su instinto natural, si las asechanzas de los hombres se lo consienten¡ Hay veces en que los pájaros, encerrados en una jaula, aprenden a imitar la voz humana, y resulta inimaginable de qué modo se degrada entonces aquel encanto que le es connatural: ¡hasta ese punto es más grato, bajo cualquier punto de vista, lo que ha creado la Naturaleza que el arte remeda¡ Es por ello que nunca sabría yo encontrar alabanzas suficientes para aquel gallo que, encarnado en la persona del filósofo Pitágoras, se metamorfoseó sucesivamente en varón, en mujer, en rey, en ciudadano particular, en pez, en caballo, en rana –incluso en esponja, creo- y, sin embargo, opinó que ningún ser viviente había más infortunado que el hombre, por entender que todos los demás animales se mantienen dentro de los límites de la Naturaleza y el hombre, en cambio, es el único que intenta salirse de los márgenes que ella le ha asignado.

Erasmo

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Elie Wiesel – Trilogía de la noche

Padre, no me juzgues. Juzga a Dios. Es él quien creó el universo e hizo que la justicia se obtenga con la injusticia, que la felicidad de un pueblo se adquiera al precio de las lágrimas, que la libertad de una nación, como la de los hombres, sea una estatua levantada sobre los cuerpos de los condenados a muerte.

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Gabriel García Márquez – Cien años de soledad (1982)

Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás.

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José Ortega y Gasset – La rebelión de las masas (1929)

Dóciles al prejuicio inveterado de que hablando nos entendemos, decimos y escuchamos tan de buena fe que acabamos muchas veces por malentendernos mucho más que si, mudos, procurásemos adivinarnos…

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Emil Mihai Cioran – escritor y filósofo rumano

La soledad es insoportable, a solas conmigo mismo, a solas con mis pensamientos. No sé como distraerlos, como atontarlos para que no me atormenten. Surge entonces la rabia ante la impotencia, y la agresividad es un pequeño paso que doy en este estado. Sentirse solo y estar solo no es lo mismo, pero en mi caso, sí, me siento solo aún cuando no estoy solo, pero lo siento mucho más cuando esa soledad es también física. Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar cosa que no les reprocho, ¿o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada?

Sea cual sea la respuesta, puedo decir que nunca he pedido estar aquí y aún estando aquí, sólo pienso en como salir, sin hacer ruido, sin que se note mi ausencia, como si nunca hubiere estado. Y de esta manera, sentir la ilusión de no haber existido nunca.

soledad[1]Nos echan a este mundo, y nadie nos ha preguntado si queríamos nacer, nadie nos previene de lo que nos espera, ingenuo pensamiento el que dice que la vida es un don, algo que deberíamos agradecer cada día que nos despertamos y cada día que pasamos y seguimos aquí…

Yo pienso que también puede ser una carga, una pesada carga, que día a día algunos de nosotros llevamos encima sin poder quitárnosla, pero deseando hacerlo. No estoy loco, nadie debe juzgar que mi lucidez significa locura, o quizás sí, y por eso los cuerdos están en el manicomio.

Una de las cosas que tengo más claras, es que la sociedad tal como es ahora, no me gusta, vivo en ella porque no me queda otro remedio, y porque al mismo tiempo que la aborrezco, la necesito para subsistir. Pero no me gusta, quizá en lugar de avanzar tanto en el campo de la tecnología, de la ciencia, del consumismo…Deberíamos pararnos en seco y mirar atrás, mirar lo que vamos dejando a nuestra espalda, recapacitar y meditar en si realmente estamos siguiendo el camino correcto, o por el contrario, estamos destruyéndolo todo a nuestro paso, como Atilas de pacotilla.

Mi pesimismo como lo llaman los demás, ó lucidez, como la llamo yo, es una pesada carga que tampoco pedí llevar. Es difícil vivir así, y casi merezco una medalla por seguir levantándome cada día, ir al trabajo y colaborar en algo que no deseo que siga así, sino aniquilarlo.

La aniquilación es renovación, porque al final de ella, la vida vuelve a resurgir. Si tuviese el poder, destruiría al hombre, limpiaría de la tierra su huella y la dejaría libre para que la naturaleza recupere lo que siempre ha sido suyo. El hombre no es un ser superior, ni inteligente, es un ser peligroso por su gran capacidad de contaminación, su carente capacidad de creación.

Me pregunto muchas veces por qué soy así, por qué tengo que ser consciente de que la vida es una mierda, que tal como la vivimos, tal como la sociedad nos impone una rutina, unas obligaciones, unas normas, unas prohibiciones es difícil vivir, es un sinsentido, esto no es vida y a veces pienso que para vivir así, mejor no vivir.

soledad

Hay quien se pone metas, objetivos, cree en algo: en un dios, en amor, pero es difícil creer en algo sino crees en ti mismo y en que tiene algún sentido el que cada día te levantes, vayas al trabajo, te conviertas en una especie de máquina durante unas ocho horas y luego vuelta a casa, y así día tras día. Nadie está contento y, sin embargo, no hacemos nada para cambiar las cosas porque no sabemos qué es lo que podemos hacer, no sabemos cuál es la solución porque no la hay; la única solución, y aunque parezca absurda, es vivir en una dulce ignorancia, ser un iluso, un estúpido que no piensa y no ve las cosas más allá que lo que alcance su mirada. No aspirar a nada más que las migajas del pastel que caigan en tus manos, ser un conformista, sin apenas voluntad ni decisión, una especie de marioneta que ni de moverse se preocupa, porque ya hay otros que se encargan de ello.

No existe un dios, no existe un diablo, estamos solos ante nuestro destino, nos imponemos normas, absurdas en su mayoría para dominar la vida y las acciones de los demás. No existe un dios, no existe un diablo, porque si así fuese, ya se hubiesen encargado de destruir la humanidad, en vista de lo imperfecto de su naturaleza. El hombre es un gran fallo en la naturaleza, una imperfección, un virus que mata poco a poco.
Pensándolo bien, no me hubiese importado nacer si en lugar de ser humano, con su supuesta inteligencia, hubiese nacido animal. Cualquiera, me es indiferente: desde una mosca hasta un elefante, pero animal, ser que sólo existe y vive, no se preocupa de mañana, no se preocupa de lo que hizo ayer. Para él solo existe el ahora, un ahora que cambia según sus necesidades…Comer, procrear, descansar; así debiera ser nuestra vida: vivir el ahora, sin preocuparnos de nada más, sin tantas normas, sin tantas complicaciones, sin tantas fronteras. Ser, existir, vivir, nada más. No deberíamos pensar tanto, los que lo hacemos y los que no, felices ellos porque de ellos es el reino de la felicidad y la ignorancia eternas compañeras.

Soy egoísta, dicen, y lo reconozco, sólo pienso en mí, no hago más que quejarme sin pensar en que los demás también sufren, pues si también sufren y quieren acabar con esa agonía, por qué no nos ponemos de acuerdo y lo cambiamos todo o mejor nos auto-exterminamos todos. Me gustaría ser idiota para no preocuparme tanto, o ser tan inteligente que desde mi superioridad no me afecte tampoco la mediocridad y la rutina.

No quiero morir, pero tampoco vivir así, y no existe punto intermedio, o mejor dicho, si que existe y en él estoy: malviviendo, una especie de zombie, un muerto en vida que no se decide por ninguno de los dos caminos porque no es capaz de llegar a ninguno de los ellos. Soy así desde muy joven, casi podría decir que desde que tengo uso de razón. Es demasiado tiempo para sufrir. Siempre pensaba que cuando creciese, la madurez y la experiencia me ayudarían y vería la luz al final del túnel, incluso (era demasiado romántico todavía) que el amor podría sacarme de la oscuridad, pero el tiempo pasó, los amores también, y nada me ha ayudado, nada ni nadie, porque he llegado a la conclusión de que si hay salida debería estar dentro de mí y que si no la he encontrado es porque esta salida no existe.

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Herman Hesse – El lobo estepario (1927)

La idea equivocada y funesta de que el hombre sea una unidad permanente, le es a usted conocida. También sabe que el hombre consta de diversas almas, de muchísimos ‘yos’. Descomponer en estas numerosas figuras la aparente unidad de la persona se tiene por locura, la ciencia ha inventado para ello el nombre de esquizofrenia. La ciencia tiene en esto razón en cuanto es natural que ninguna multiplicidad puede dominarse sin dirección, sin un cierto orden y agrupamiento. En cambio, no tiene razón en creer que sólo es posible un orden único, férreo y para toda la vida, de los muchos ‘sub yos’.

Este error de la ciencia trae no pocas consecuencias desagradables; su valor está exclusivamente en que los maestros y educadores puestos por el Estado ven su trabajo simplificado y se evitan el pensar y la experimentación. Como consecuencia de aquel error pasan muchos hombres por ‘normales’, y hasta por representar un valor social, que están irremisiblemente locos, y a la inversa, tienen a muchos por locos, que son genios.

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Nosotros completamos por eso la psicología defectuosa de la ciencia con el concepto de lo que llamamos arte reconstructivo. Al que ha experimentado la descomposición de su ‘yo’, le enseñamos que los trozos pueden acoplarse siempre en el orden que se quiera, y que con ellos se logra una ilimitada diversidad del juego de la vida. Lo mismo que los poetas crean un drama con un puñado de figuras, así construimos nosotros con las figuras de nuestros ‘yos’ separados constantemente grupos nuevos, de distintos juegos y perspectivas, con situaciones eternamente renovadas. ¡Vea usted!

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Fiodor Dostoyevski – «Crimen y castigo» (1866)images

…Sí, el hombre lo tiene todo en sus manos y deja que las cosas pasen por delante de sus narices únicamente por cobardía…, eso es axiomático…Me gustaría saber qué es lo que asusta más a las personas; yo creo que lo que especialmente las intimida es aquello que se aparta de sus costumbres…Pero divago demasiado. Y como divago, no hago nada. Verdad es que también podría decir: divago porque no hago nada. Hace más de un mes que he tomado la costumbre de divagar tumbado días enteros en un rincón, llena la cabeza de tonterías. Veamos. ¿Con qué objeto doy ahora este paseo? ¿Acaso soy capaz de «aquello»? ¿Acaso es serio «aquello»? No es completamente serio. Son pamplinas que distraen mi imaginación, ¡puras quimeras!

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Miguel de Cervantes – «El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha»  (1605)

De todo lo dicho quiero que infiráis, bobas mías, que es grande la confusión que hay entre los linajes, y que solos aquellos parecen grandes y ilustres que lo muestran en la virtud y en la riqueza y liberalidad de sus dueños. Dije virtudes, riquezas y liberalidades, porque el grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el rico no liberal será un avaro mendigo, que al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido y oficioso, no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo, que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta, y el no serlo sería milagro; y siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados. Dos caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados: el uno es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más armas que letras, y nací, según me inclino a las armas, debajo de la influencia del planeta Marte, así que casi me es forzoso seguir por su camino, y por él tengo de ir a pesar de todo el mundo, y será en balde cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea; pues con saber, como sé, los innumerables trabajos que son anejos a la andante caballería, sé también los infinitos bienes que se alcanzan con ella y sé que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso; y sé que sus fines y paraderos son diferentes, porque el delvicio, dilatado y espacioso, acaba en muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, acaba en vida, y no en vida que se acaba, sino en la que no tendrá fin; y sé, como dice el gran poeta castellano nuestro, que:

Por estas asperezas se camina
de la inmortalidad al alto asiento,
do nunca arriba quien de allí declina.

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 Ernest Hemingway – «El viejo y el mar» (189 9-1961)

No recordaba cuánto tiempo hacía que había empezado a hablar solo en voz alta cuando no tenía nadie con quien hablar. En los viejos Viejo-Y-El-Martiempos, cuando estaba solo, cantaba; a veces, de noche, cuando hacía su guardia al timón de las chalupas y los tortugueros, cantaba también. Probablemente había empezado a hablar en voz alta cuando se había ido el muchacho. Pero no recordaba. Cuando él y el muchacho pescaban juntos, generalmente hablaban únicamente cuando era necesario. Hablaban de noche o cuando los cogía el mal tiempo. Se consideraba una virtud no hablar innecesariamente en el mar y el viejo siempre lo había considerado así y lo respetaba. Pero ahora expresaba sus pensamientos en voz alta muchas veces, puesto que no había nadie a quien pudiera mortificar.

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Franz Kafka – «Cartas a Milena» (1920-1922)

¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas pueden comunicarse mediante cartas? Uno puede pensar en una persona distante 03 MARZO 2010. FRANZ KAFKA,ESCRITORy puede tocar a una persona cercana; todo lo demás queda más allá de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que las esperan con avidez. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican en forma desmesurada. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo. Y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano. Pero ya es tarde: son evidentemente inventos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto más calmo y poderoso; después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la radio. Los fantasmas no se morirán de hambre, y nosotros, en cambio, pereceremos.

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William Ernest – «Invictus» (1875)

“Más allá de la noche que me cubre negra como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta. En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado. Sometido a los golpes del destino mi cabeza está ensangrentada, pero erguida. Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo. No importa cuán estrecho sea el portal, cuan cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”.

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Calderón de la Barca – La vida es sueño (1635)    -Varios-

–  Que quien no es hoy lo que ayer, no será lo que hoy mañana.

–  Basilio: Que a quien le daña el saber homicida es de sí mismo.

– Edipo Rey: Qué terrible es el saber cuando de nada sirve al hombre que sabe.

– No me despiertes, si duermo, y si es verdad no me duermas. Mas, sea verdad o sueño, obrar bien es lo que importa.

– Sobre el error no puede levantarse el edificio de la verdad. Y que la pasión, como todo lo humano, puede someterse a sistema.

goya_lavidaessueño

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Herman Hesse – El lobo estepario. (1928)

…Por lo que se refería a los demás, a cuantos lo rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heroicos y serios para quererlos, para hacerles justicia, para no causarles daño, pues el «ama a tu prójimo» lo tenía tan profundamente inculcado como el odio a sí mismo.

Y de este modo, fue toda su vida una prueba de que sin el amor de la propia persona es también imposible el amor al prójimo, de que el odio de uno mismo es exactamente igual, y finalmente produce el mismo horrible aislamiento y la misma desesperación, que el egoísmo más rabioso…
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William James, Principles of Psychology (1890)

“ Millones de estímulos del mundo exterior llegan a mis sentidos los cuales nunca entrarán a formar
parte de mi experiencia ¿Por qué?, porque no son importantes para mí. Mi experiencia es aquello a
lo que yo atiendo. Sólo aquellos estímulos de los que tengo noticias formarán mi mente. Sin un
interés selectivo, la experiencia sería un caos total.

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Psicología del trabajo (Feynman 1990)

«no es irrazonable que tengamos o que tropecemos con problemas. Pero hay decenas de miles de años en el futuro. Es responsabilidad nuestra hacer lo que podamos, aprender lo que podamos, mejorar las soluciones, y transmitirlas a nuestros sucesores. Es responsabilidad nuestra dejar las manos libres a las gentes futuras. Hallándonos como estamos en la impetuosa juventud de la Humanidad, podemos cometer graves errores que paralicen nuestro crecimiento durante largo tiempo. Y así sucederá si afirmamos tener ya las respuestas, cuando tan grande es nuestra juventud y nuestra ignorancia. Si suprimimos toda discusión, toda crítica, proclamando, ¡He aquí la respuesta, amigos míos; el Hombre está salvado! condenaremos durante largo tiempo a la Humanidad, la encadenaremos a la autoridad, la confinaremos a los límites de nuestra imaginación presente. Ya se ha hecho antes muchas veces. Es responsabilidad nuestra como científicos, sabedores del gran progreso que emana de una satisfactoria filosofía de la ignorancia, del gran progreso que es fruto de la libertad de pensamiento, proclamar el valor de esta libertad; enseñar que la duda no ha de ser temida, sino bienvenida y discutida, y exigir esta libertad como deber nuestro hacia todas las generaciones venideras» (Feynman 1990, págs. 289-290).

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Viktor Frankl  «El hombre en busca de sentido»

Es evidente que el mero dato de saber si un hombre fue guardia del campo o prisionero nada nos revela de su intimidad. La bondad humana se encuentra en todos los grupos, incluso en aquellos que, en términos generales, merecen ser condenados. Las fronteras entre estos grupos se difuminan y sobreponen en muchas ocasiones, y no debemos simplificar las cosas afirmando que unos hombres eran ángeles y otros demonios. Si un capataz, a pesar de las perniciosas influencias del campo, se mostraba amable con los reclusos, eso supondría un gran logro moral, mientras resultaba despreciable la vileza del preso que maltrataba a sus propios compañeros, obviamente, estos hombres crueles descorcentaban hasta la desesperación a los prisioneros, mientras se sentían profundamente conmovidos por el mínimo gesto de afecto de cualquiera de los guardianes.

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W. Shakespeare  «Makbeth»

(Sobre el efecto doble del alcohol)

«Provoca el deseo, pero impide la realización. Así pues, puede decirse que beber mucho es equívoco
para la lujuria: la crea y la echa a perder: la pone en marcha, y la echa atrás: la anima o la desanima:
la hace levantarse y no levantarse; en conclusión, la enreda llevándola a dormir,
y con ese engaño la abandona.»

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Oscar Wilde «El retrato de Dorian Gray» (1890)

…Porque influir en alguien es darle nuestra propia alma. Ello hace que no piense con su verdadera mente y que no sienta sus pasiones naturales. Sus virtudes no son reales para él. Sus pecados, si es que existen, son algo prestado. Se convierte en el eco de una música extraña, en actor de algo que no ha sido escrito por él.

El fin de la vida es el propio desenvolvimiento. Realizar nuestra naturaleza perfectamente, para eso estamos aquí. Las personas se asustan de sí mismas. Han olvidado el más alto de los deberes, el deber para consigo mismas. Por supuesto que son caritativas. Dan de comer al hambriento y visten al pordiosero, pero sus propias almas se mueren de hambre y están desnudas.

Ya no tenemos valor; quizá no lo tuvimos nunca. El terror de la sociedad, que es la base de la moral; el terror de Dios, que es el secreto de la religión: éstas son las dos cosas que nos gobiernan. Y aún así…

Y aún así, creo que si los hombres se dispusieran a vivir su vida completamente, enteramente, dando forma a todos los sentimientos, expresión a los pensamientos y realidad a los sueños, el mundo ganaría un impulso de alegría, que nos haría olvidar las enfermedades medievales y nos haría retornar hacia el ideal helénico, hacia algo más bello y rico quizá que el ideal helénico.

Pero el hombre más valiente está asustado de sí mismo. La mutilación del salvaje resurge trágicamente con la propia negación que mancha nuestras vidas. Somos castigados por nuestras negaciones. Todos los impulsos que queremos desechar toman fuerza en nuestra mente y la envenenan. El cuerpo peca una vez y se libra de ese pecado, porque la acción es un modo de purificación. No queda en nosotros más que el recuerdo del placer o la lujuria del arrepentimiento. LA ÚNICA FORMA DE VENCER UNA TENTACIÓN ES DEJARSE ARRASTRAR POR ELLA. Resistirla es hacer que el alma desee todas las cosas que se ha prohibido a sí misma y tenga apetencia por lo que sus monstruosas leyes han hecho monstruoso e ilegal.

Alguien dijo que los grandes acontecimientos del mundo tienen lugar en el cerebro. Y es en el cerebro, y solamente en él, donde también tienen lugar los grandes pecados. Usted, míster Gray, usted mismo, con su juventud rosa, habrá tenido pasiones que le hayan asustado, pensamientos que le hayan llenado de terror, días y noches de ensueño cuyo solo recuerdo le hace sentir vergüenza…

Lord Henry Wotton – El retrato de Dorian Gray

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Ernest Hemingway «El viejo y el mar» (1952)

Decía siempre la mar.Así es como le dicen en español cuando la quieren.A veces,los que la quieren,hablan mal de ella,pero lo hacen siempre como si fuera una mujer.Algunos de los pescadores más jóvenes,los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de motor comprados cuando los hígados de tiburón se cotizaban alto,empleaban el artículo masculino,le llamaban el mar.Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar,o de un enemigo.

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Manuel Vicent  «Cuerpos sucesivos« (2003)

Un mendigo misterioso llegó a Damasco

Y fue llevado ante el tribunal.

¿Quién eres? Le preguntó el juez

Soy alguien más importante que el jeque

Contestó el mendigo.

No puede ser. Más importante que el jeque es el emir

Le dijo el juez. Soy alguien más importante que el emir

Replicó el mendigo.

Más importante que el emir es el califa le dijo el juez.

Soy más importante que el califa insistió el mendigo

Más importante que el califa solo es dios le dijo el juez

Soy más importante que dios exclamo el mendigo.

Nada es más importante que Dios

Grito el juez lleno de ira. Entonces el mendigo

Se levantó del banquillo de los acusados,

Humilló la cabeza y dijo en voz baja:

¿Nada? Yo soy nada, señor.

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Vicki Sherpa. «Una maestra en Katmandú» (2003)

Si miras al mundo con tristeza,

verás un mundo triste.

Si miras al mundo con odio,

odiaras la vida.

Cuando sonría tu corazón

comparte tu dicha.

Cuando llame la primavera a tu casa,

deja que entre,

que colme todos tus rincones,

y cuando te haya saciado su alegría,

sal a la calle y llama de puerta en puerta