A lo largo de la historia siempre se han contado historias para entretener y para transmitir valiosos aprendizajes. Los cuentos cortos han servido como recurso y metáfora de lo que la vida nos espera, ya que a través de las historias activamos nuestra imaginación y creatividad. Las moralejas y aprendizajes que se extraen de los cuentos poseen un extraordinario sentido, el cual podemos extrapolar en nuestras vidas. Ya que gracias a estos textos nos vemos reflejados mejorando valores tan importantes como la empatía, el esfuerzo, comprensión, respeto, tolerancia, etc.
Te ofrecemos una selección de cuentos cortos, que sirven para reflexionar, transmitir valores y ampliar nuestra sabiduría interna.
Cuentos cortos zen
Cuento corto «Las tres preguntas»
El discípulo se dirigió al maestro para tener un encuentro espiritual. El maestro le previno:
– Solo contestaré tres preguntas, amigo mío.
– Piénsalas muy bien
Tras unos instantes de reflexión, el discípulo preguntó:
– ¿Cuál es la verdad más profunda?
El maestro repuso:
– Un árbol en el jardín.
Entonces el discípulo preguntó:
– ¿Qué es la iluminación?
El maestro respondió:
– Un árbol en el jardín.
Consternado el discípulo preguntó:
– ¿Qué es la sabiduría?
Em maestro contestó:
– Un árbol en el jardín
Maestro: la sabiduría puede ser todo, pero a la vez es inasible a la mera conceptualización. Los maestros del oriente evitan dejarse atrapar por las preguntas de sus discípulos, puesto que si les responden de una manera conceptual no lograrán éstos salir de su circuito cerrado de la mente.
Cuento corto «La gran enseñanza»
Chang Chuang, el maestro de Lao Tsé estaba enfermo. Lao Tsé fue a visitarle y dijo a Chang Chuang:
– ¡Estás muy enfermo, maestro! ¿No tienes nada que decir a tu discípulo?
– ¿Mi lengua aún esta ahí?
– ¡Está!, respondió Lao Tsé.
– ¿Mis dientes están ahí?, preguntó el anciano.
– ¡No!, replicó Lao Tsé.
– ¿Y sabes por qué?, preguntó Chang Chuang.
– ¿No será que la lengua dura más tiempo por ser más blanda? ¿Y que los dientes, por ser duros, por ser rígidos, se caen antes?, contestó Lao Tsé.
– ¡Sin duda!, dijo Chang Chuang – acabas de resumir todos los principios relativos al mundo.
– ¡No necesitas más mis enseñanzas!
Fuente: autor Liu Hsiang
Cuento corto «Hacia dentro»
Un leñador estaba en el bosque talando árboles para aprovechar su madera, aunque ésta no era de óptima calidad.
Entonces vino hacia él un anacoreta y le dijo:
– Buen hombre, sigue hacia dentro.
Al día siguiente, cuando el sol comenzaba a despejar la bruma matutina, el leñador se disponía para emprender la dura labor de la jornada. Recordó el consejo que el día anterior le había dado el anacoreta y decidió penetrar más en el bosque. Descubrió entonces un macizo de árboles espléndidos de madera de sándalo. Esta madera es la más valiosa de todas, destacando por su especial aroma.
Transcurrieron algunos días. El leñador volvió a recordar la sugerencia del anacoreta y determinó penetrar aún más en el bosque. Así pudo encontrar una mina de plata. Este fabuloso descubrimiento le hizo muy rico en pocos meses.
Pero el que fuera leñador seguía manteniendo muy vivas las palabras del anacoreta: “Sigue hacia dentro”, por lo que un día todavía se introdujo más en el bosque. Fue de este modo como halló ahora una mina de oro y se hizo un hombre excepcionalmente rico.
Maestro: “Sigue hacia dentro”, hacia tu interior hacia la fuente de tu Sabiduría. ¿Puede haber mayor riqueza que ésta?
Cuento corto «Los dos esclavos»
Una vez el sultán iba cabalgando por las calles de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Todos los habitantes de la ciudad habían salido de sus casas para verle. Al pasar, todo el mundo le hacía una reverencia. Todos menos un derviche harapiento.
El sultán detuvo la procesión e hizo que trajeran al derviche ante él. Exigió saber por qué no se había inclinado como los demás.
El derviche contestó:
– Que toda esa gente se incline ante ti significa que todos ellos anhelan lo que tú tienes : dinero, poder, posición social. Gracias a Dios esas cosas ya no significan nada para mí. Así pues, ¿por qué habría de inclinarme ante ti, si soy dueño de dos esclavos que para ti son tus señores?.
La muchedumbre contuvo la respiración y el sultán se puso blanco de cólera.
– ¿Qué quieres decir con eso?! yo soy sultán indiscutible de todas estas tierras, todo está bajo mis dominios y todos responden ante mi!– gritó.
– Mis dos esclavos, que para ti son los señores que dominan tu vida, son la ira y la codicia.
Dándose cuenta de que lo que había escuchado era cierto, el sultán se inclinó ante el derviche.
Cuento corto «Estar presente»
Ningún alumno Zen se atrevería a enseñar a los demás hasta haber vivido con su maestro al menos durante diez años. Después de diez años de aprendizaje, Tenno se convirtió en maestro.
Un día fue a visitar a su maestro Nan-in. Era un día lluvioso, de modo que Tenno llevaba zapatos de madera y portaba un paraguas.
Cuando Tenno llegó, Nan-in le dijo:
– has dejado tus zapatos y tu paraguas en la entrada, ¿no es así?
– ¿puedes decirme si has colocado el paraguas a la derecha o a la izquierda de los zapatos?
Tenno no supo responder y quedó confuso. Se dio cuenta entonces de que no había sido capaz de practicar la conciencia constante. De modo que se hizo alumno de Nan-in y estudió otros diez años hasta obtener la conciencia constante.
Maestro: el maestro sabe mantener constantemente la conciencia y siempre está presente.