Meditación para gestionar mejor las emociones

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Mediante la práctica de la meditación es posible obtener muchos beneficios, entre ellos destaca la regulación emocional. Una de las causas de mayor sufrimiento es el desequilibrio emocional, la fuerte intensidad o la falta de reconocimiento de nuestras emociones. Generalmente solemos tener bastante problemas acerca de cómo gestionamos las emociones, la meditación es una excelente práctica para aprender a reconocer y comprender nuestras emociones.

En nuestra vida las emociones desempeñan un papel fundamental. Sin embargo, es muy escasa la educación que hemos tenido al respecto, y nuestro entendimiento acerca de las emociones es bastante reducido, incluso nulo. Nos cuesta identificarlas y nos cuesta comprender lo que nos quieren estar diciendo. Muchas veces luchamos contra ellas o las reprimimos, creemos incluso que las emociones son nuestras enemigas.

Resulta más que evidente que la gestión emocional es una tarea pendiente para la gran mayoría de personas. La buena noticia es que es posible aprender a comprender y gestionar nuestras emociones, y la meditación es un gran recurso para que lo podamos conseguir.

Meditación y emociones

Unas de las cosas más interesantes que pasa durante la práctica de la meditación, es que tanto las sensaciones corporales, como los sentimientos y las emociones acaban apareciendo de una forma espontánea. Esto ocurre porque estamos escuchándonos realmente, nos estamos tomando un momento de calma para atendernos, y durante la meditación nos encontramos en las condiciones más idóneas para que esto ocurra.

Una vez que de forma espontánea somos capaces de reconocer y explorar nuestras emociones, somos capaces de identificarlas, de nombrarlas, y de por lo tanto saber de dónde provienen para que las podamos comprender. Esta energía la vamos entendiendo de una forma positiva. No de una forma en la que huimos o la rechazamos, como hacemos habitualmente en nuestra vida.

Meditación y emociones

Esta forma positiva de ver a nuestras emociones, nos acerca a ellas, para que las podamos comprender. Y esta es la forma de poder gestionarlas, no luchando contra ellas, sino verlas como unas aliadas. Se manifiestan siempre por alguna razón, ya que tienen un papel adaptativo.

Llevar luego a nuestro día a día en las situaciones que vivimos, es cuestión de poner conciencia, de saber distinguir esas emociones que estamos experimentando, para hacernos cargo de ellas, y no responsabilizar a nadie. Al asumir esta responsabilidad y diferenciarlas de lo que somos nosotros como persona, estamos listos para dejar de identificarnos con nuestras emociones.

El mayor error que solemos cometer es el de identificarnos con la emoción que experimentamos, siendo la propia emoción. Es de esta manera como la emoción nos domina. Si sentimos ira, rabia, malestar, enfado, tristeza; no somos nosotros esa emoción, es una parte de nosotros que se siente así, somos quienes la experimenta, podemos distanciarnos y ver con claridad lo que ocurre, reflexionando ¿por qué me siento así? ¿qué me está sucediendo? Esto es ver a las emociones desde otra perspectiva donde si pueden ser gestionadas.

La meditación nos ayuda a que nos relacionemos con nuestras emociones de otro modo, logrando que no sean un impedimento, sino al contrario, que nos sirvan de ayuda. Esta es una de las bases fundamentales para el autoconocimiento.

Con la meditación desarrollamos nuestra inteligencia emocional

Entre los tipos de inteligencia que existen el de la inteligencia emocional es uno de los que más nos beneficia. Mediante la meditación facilitamos que podamos comprender nuestras emociones, y no solo las nuestras sino también las de los demás. Adquirimos así una mayor empatía. Esto nos hace desarrollar la habilidad de que no veamos a las emociones como el enemigo sino como un gran aliado nuestro.

Muchas de las conductas inapropiadas que tenemos, y las relaciones tóxicas que establecemos están relacionadas con la falta de desarrollo de la inteligencia emocional. Esto es algo que como hemos visto podemos cambiar a través de la meditación. Para ello es importante que adquiramos un compromiso hasta transformar esta práctica en un hábito, solo así podremos de un modo práctico llevar lo aprendido a nuestras situaciones cotidianas.

Ante las emociones desagradables y difíciles en las que no sabemos cómo responder, solemos evitarlas y huir de ellas. De esta forma generamos sufrimiento y malestar, que permanece hasta que no estemos dispuestos a atendernos. Gracias a ejercitar y desarrollar mejor nuestra inteligencia emocional, podremos afrontar estas situaciones, aliviando el sufrimiento y sintiendo el dolor que nos provoca una situación, siendo este dolor efímero. El sufrimiento que mantenemos suele ser por el contrario permanente.

Al profundizar y conocernos mejor gracias a la meditación, seremos capaces de articular con una respuesta emocional integradora y apropiada a la situación que la originó. De esta forma aprendemos a gestionar y a liberar la energía de las emociones para que no se estanque.

Ingeniero informático, actualmente CEO y propietario de las empresas psiqueviva.com. Amo escribir y leer artículos interesantes e intento proporcionárselos a los usuarios de esta plataforma.