La timidez y el complejo de inferioridad

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Podríamos definir los afectos como experiencias emocionales o sentimientos que se asocian a un estado mental. La timidez, como actitud afectiva que se refleja en la dinámica social de un individuo, se caracteriza por la inhibición del sujeto a la hora de desarrollar de forma adecuada una conducta de relaciones humanas, y sobre todo para comunicarse con los demás. Estos sujetos suelen responder con la retirada total o el aislamiento psíquico.

Cuando el sujeto tímido se ve forzado a dichas relaciones humanas que trata de inhibir, puede sufrir temblores, titubeos, rigideces, faltas de coordinación motora, tartamudez, lenguaje atropellado, disgregación del pensamiento y otras vivencias vegetativas como palidez o rubor facial, hipersudoración, etc., que pueden culminar en una lipotimia.

La timidez está basada en un estado de ánimo o sentimiento persistente, de tonalidad desagradable, cuyo contenido puede ser la tristeza, la culpa o la inferioridad, que en cualquier caso se impregna de vergüenza (o ansiedad social).

Timidez

En general, la timidez se acentúa más en presencia de personas de otro sexo, personas con un rango de relevancia para el sujeto y en las actuaciones en público. La timidez, al igual que otras actitudes afectivas, varía en diferentes grados. Si su permanencia se prolonga una vez arraigada la personalidad, puede dar lugar a que se produzca un trastorno de  personalidad por evitación.

Tipos de timidez más frecuentes

  • La timidez relacionada con fases o temporadas tristes: la tristeza vital se suele acompañar de inhibición psíquica global y de un distanciamiento de los demás y de sí mismo.
  • La timidez relacionada con el sentimiento de culpa, tanto si es real y con fundamento o un sentimiento de culpa neurótico y/o depresivo.
  • La timidez de aquellos que se sienten inferiores y, por tanto, se basa en un sentimiento autovalorativo negativo.

Sentimiento de inferioridad

Los rasgos a destacar del sentimiento de inferioridad son, además de la timidez, la indecisión, la cobardía, la inseguridad, la inactividad, el retraimiento, la tendencia a avergonzarse, la exagerada necesidad de apoyo, la hiperemotividad, la obediencia sumisa, la proliferación de fantasías y la tendencia a adjudicarse a sí mismos la culpa de todos los fracasos.

La compensación del sentimiento de inferioridad es un hecho bastante frecuente. Existen compensaciones de primer, segundo y tercer grado. La compensación de primer grado se dirige a suprimir o minimizar el defecto real o imaginario y sus consecuencias. La compensación de segundo grado consiste en intentar destacar en una esfera distinta. Las compensaciones de tercer orden o supercompensaciones están directamente dirigidas a minimizar el sentimiento de inferioridad.

Estamos acostumbrados a observar personas que manifiestan sus complejos o su sentimiento de inferioridad, sin embargo, en algunas ocasiones se presentan casos de personas cuyo sentimiento de inferioridad no sólo queda oculto ante los demás, sino incluso ante el propio sujeto. Normalmente, lo reemplazan con un sentimiento de valor propio excesivamente elevado, pero falso.

Complejo de inferioridad

Dichos sentimientos de inferioridad, inconscientes, se manifiestan en el porte, las posturas, la mímica o los gestos.  Este “falso” sentimiento de superioridad que encubre una conciencia de inferioridad, a menudo aparece compuesto de soberbia, altanería, arrogancia y presunción. Los individuos suelen ser hipersensibles, impresionables ante la adulación, susceptibles, muy vulnerables y se sienten ofendidos, humillados, atacados o subestimados por los demás con bastante facilidad. Podríamos añadir, además, que estos sentimientos de inferioridad enmascarados se traducen en comportamientos rebeldes, tercos y obstinados e incluso, en ocasiones, cierta envidia y hostilidad hacia otras personas.

Este sentimiento de inferioridad no se mantiene invariable, sino que, experimenta grandes y bruscas oscilaciones: el éxito más insignificante produce en ellos un sentimiento de valor propio verdaderamente fuerte, mientras que, el más ligero fracaso desmorona por completo el poco sentimiento de suficiencia que puedan tener.

Entre los sujetos que más abunda el complejo de inferioridad, podemos destacar una excesiva afluencia en niños sobreprotegidos y mimados, niños odiados o poco queridos y niños con escasos contactos afectivos y sociales. Asimismo, afecta más a los hijos únicos, niños criados entre niñas e hijos mayores con más hermanos pequeños. Entre los sujetos tímidos con sentimiento de inferioridad se reúnen varios fenómenos psicopatológicos como: inhibiciones inmanentes a los desarrollos neuróticos, los delirios sensitivos de autorreferencia, las fobias (especialmente la fobia social), rubor o miedo al rubor (eritrofobia o ereutofobia), miedo a la impotencia sexual, fases depresivas, conductas adictivas (alcohol y otras) e incluso un alto índice de criminalidad.

 

Bibliografía:  Pedro J. Mesa, Juan F. Rodríguez Testal. (2007) Manual de Psicopatología General. Ed: Pirámide

Ingeniero informático, actualmente CEO y propietario de las empresas psiqueviva.com. Amo escribir y leer artículos interesantes e intento proporcionárselos a los usuarios de esta plataforma.